lunes, 26 de febrero de 2007

W.Peter Reese. Un extraño para mí mismo

Este libro debería ser de lectura casi obligatoria en las escuelas secundarias. Primero por qué ha sido escrito por un joven; segundo, porque ha sido escrito por alguien que rechazaba la guerra y que prefería escribir poesías y estar con sus amigos, pero fue enviado como soldado al frente ruso, donde murió, y no escapó de su destino, (inclusive obtuvo cuatro condecoraciones, incluyendo la cruz de hierro de segunda clase), pero dejó testimonio de lo que veía y sufría.

Atormentado, con necesidad creciente de alcohol, el soldado Willy escribe con letra diminuta, aprovechando el papel, y los momentos de descanso. Describe sus vivencias, y la cruel lucha en la que se encuentra envuelto. Un amante de la belleza que encuentra en el vodka el refugio para afrontar el horror de la guerra “(rusos ahorcados por ser partisanos)sus caras tumefactas, azuladas, estaban groseramente deformadas. De las uñas de las manos atadas se desprendía la carne, de sus ojos rezumaba un fluido marrón amarillento que formaba una costra en las mejillas, en las que la barba había crecido aun después de muertos. Un soldado los fotografió, otro los balanceó con un palo”.

Describe, con pocas palabras, no tiene tiempo para florituras, pero muestra exactamente como se transforma el hombre en soldado y como su segunda naturaleza se va imponiendo hasta que la vida civil parece algo lejano y casi superfluo: “Por entonces cultivábamos un humor feroz. Ejercitábamos nuestro sarcasmo con la muerte y el peligro, distorsionábamos las cosas y llevábamos cualquier pensamiento al limite de lo grotesco Hacíamos nuestras patrullas de exploración hasta el pozo como si fuera una travesura de muchachos y tratábamos de irritar a los rusos paseando cascos de acero por encima del borde de la trinchera. Nos revestíamos con las formas de la comicidad y la ironía, jugábamos con expresiones ridículas y nos habituamos a emplear una risa necia.” (pag.146)

En 1944, el soldado Reese, aprovecha un permiso y transcribe a máquina más de ciento cuarenta páginas de sus notas, acababa de cumplir 23 años. Poco después empieza la ofensiva final del ejército ruso que destroza el frente oriental; como tantos, nunca fue encontrado, pero sus notas son rescatadas por Stefan Schmitz, periodista de la revista Stern, y pasado ya el siglo, en el 2003, las publica en Alemania. Tenemos una buena traducción en esta edición del 2005, con la foto en portada del joven escritor malogrado. También la edición trae fotografiados algunos de sus dibujos junto con otras fotos de sus camaradas de armas. Aunque la campaña de Rusia fue deliberadamente una invasión con el objetivo de esclavizar a los eslavos, uno no puede menos que sentir simpatía por esas imágenes de soldados que son como niños grandes jugando en una guerra que ni provocaron ni entienden.

El libro, no muy grueso, que se lee en pocas horas es un documento excepcional, y creo que merece un lugar en nuestra biblioteca, incluso en la de aquellas personas que no se interesan ni por la historia ni por las guerras. No es, tal como lo considero, uno más de “guerra”; trata del destino humano y de las circunstancias que se nos imponen aunque nuestras esperanzas y valores vayan por otro lado.

Ficha Bibliográfica:

Reese(2003), Willy Peter Reese, "Un extraño para mí mismo. Diarios de un soldado alemán. Rusia, 1941-1944", Debate, Barcelona, septiembre de 2005, pp.226, Tit.Orig: Mir selber seltram fremd, Claasen Verlag, Ullstein Buchverlage GmbH, Berlin, 2003

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