jueves, 19 de junio de 2008

M. Copeland, Cucarachas - C. Sleigh, Hormiga


A veces tenemos la intuición que en nuestro día a día se dan pautas que pueden ser ignoradas por la conciencia. Eso se nota, por ejemplo, cuando se lleva un Diario durante años y entonces es posible observar (con la ventaja de la distancia temporal y por lo tanto emocional) esas pautas a las que aludo. También sucede cuando se lleva un blog durante bastante tiempo (pongamos más de un año). Esto viene a cuento porque observo que en mis últimas entradas hay más comentarios sobre "bichos" que en los meses pasados, señal indudable que paso por un momento de gran interés hacia ellos. Interés que comparto con otros temas, pero que a veces se hace más acusado por efecto del diálogo tanto con amigos o en foros virtuales. Hoy mencionaré dos libros que pertenecen a la misma editorial y que tratan de estos bichos que nos acompañan en nuestra travesía por el Cosmos infinito. Pero no son libros para entomólogos, ni siquiera para aficionados avanzados; no contienen nada de morfología o fisiología, no tratan los habituales problemas taxonómicos, ni tampoco tocan cuestiones ecológicas o biológicas.

Esta colección nos habla de como los humanos mitificamos a estos seres y creamos leyendas mientras los usamos como remedios, como acompañantes o tratamos de espantarlos porque se han convertido en una plaga inconveniente.
La presentación es excelente (aunque el tamaño “bolsillo” llame a engaño) y se leen con placer. Esta colección es una traducción de una colección similar británica y las fotos y dibujos son de gran calidad; algo que no es, tristemente, común quizá porque los editores prefieren ahorrar costes empezando los sacrificios por la nitidez de las imágenes (cosa que siempre maldigo porque me parece de una racanería tercermundista).
Empecé por "Cucaracha" de Marion Copeland, que aborda el insecto que menos gracia me causa, pero con la voluntad de sacudirme algunos prejuicios si era necesario para empalizar con el tema. Y así fue como me enteré de cosas muy curiosas como la existencia actual de sociedades dedicadas a este insecto tan denostado. Es el caso del "Club Cultural Blattodae", fundado en 1986 con el objetivo de "promocionar el estudio y la cultura de las cucarachas en todo el mundo" (pág. 189). Sinceramente aún no tengo ganas de pertenecer a este Club por más británico que sea, aunque el libro ha contribuido en mucho a darme una perspectiva muy diferente de estos... interesantes insectos.
También descubrí que en muchos lugares del mundo se las comen (pagando por ello, ¡claro está!) y que "saben mejor cuando se decapitan y luego son hervidas, salteadas, asadas, secadas o se cortan en porciones finas, con salsas, como es la práctico tanto en México como en Tailandia" (pág. 88).
En suma, quién desee abordar lo que los humanos pensaron y hacen con las cucarachas tiene en este libro una buena entrada hacia ese mundo desconocido. Quién siga poniendo cara de asco... no se lo recomiendo; pero si tiene pensado viajar por otras partes del mundo, quizá sea conveniente que ponga sus prejuicios al día, no sea cosa que se pierda una buena comida o, lo que sería peor, se enemiste con sus nuevos amigos extranjeros.
El otro libro, el de Charlotte Sleigh, "Hormiga", versa sobre este trabajador animalito que siempre tenemos a mano cuando salimos al campo. Pero al igual que el anterior no es apropiado para aficionados y especialistas a la "mirmecología" que así se llama la ciencia que las estudia, sino para “los de letras”, más interesados en nuestra especie que en esos parientes lejanos; y que desean investigar como convertimos a las hormigas en modelos de conducta en fábulas y leyendas, o como las usamos de referencia negativa cuando comparamos sociedades ajenas con los siempre bien organizados hormigueros. La hormiga como ideal positivo o como tenebrosa posibilidad siempre ha estado en nuestra literatura y también en el habla cotidiana: "En una economía global, la definición del enemigo interno se amplía en gran medida. Incluso una entidad muy lejana puede plantear una amenaza en el seno del comercio internacional. En 1991, la entonces primera ministra de Francia, Édith Cresson, se enfrentó a una mala coyuntura económica declarando que los japoneses era "como hormigas". Sus palabras exactas varían según quien las cuente. Una versión particularmente agresiva sostiene que sus palabras fueron: Los japoneses son como hormigas, se pasan la noche despiertos trabajando a destajo y pensando en cómo van a joderte por la mañana" (....) La percepción de las hormigas como una amenaza se ha proyectado, en el siglo XX, sobre cualquier grupo ajeno que se perciba como numeroso, indistinguible y peligroso; identificación que, a su vez, ha revertido en la construcción de la imaginería sobre las propias hormigas." (pág. 140)
Como puede apreciar el lector las hormigas nos acompañan tanto en la realidad como en nuestras fantasías, y sin ir más lejos hasta es posible que le "hormiguee la mano" si leyendo ésto se la ha dejado inadvertidamente en mala posición.
Resumiendo, dos buenos libros para abrir las ventanas de nuestra mente tanto hacia los otros organismos con los que convivimos cuanto hacia nuestros mitos y como estas leyendas también nos cuentan sobre la peculiar manera de enfocar el mundo que tenemos al considerarnos el centro de la creación… siendo todos los otros organismos periféricos y por tanto prescindibles. Una visión antropocéentrica que no nos ha hecho ningún bien al aislarnos en una burbuja de cristal que, creciendo y creciendo, está a punto de hacer estallar a nuestro planeta.
Ficha Bibliográfica:
Copeland(2003), Marion Copeland, "Cucaracha", Editorial Melusina, www.melusina.com, Barcelona, 2007, pp.200, Tit.Orig: Cockroach, Reaktion Books, London.
Sleigh(2003), Charlotte Sleigh, "Hormiga", Editorial Melusina, www.melusina.com, Barcelona, 2007, pp.216, Tit.Orig: Ant, Reaktion Books, London.

miércoles, 11 de junio de 2008

K. Fossum. Una mujer en tu camino

Desde hace tiempo hay más mujeres que hombres dedicadas a escribir en ese género que cada vez resulta más amplio y que suele llamarse novela “policíaca”, aunque muchas veces no hay policías de por medio. Podría llamársela mejor “novela con muerto” y sería una media verdad, porque a veces hay más de uno y en algunas ni siquiera llega a la unidad (aunque son pocas, hay que reconocerlo). En realidad no toda novela “con muerto” entraría dentro del género; tendría que ser víctima de un asesinato, tendría que ser una muerte violenta, ni por enfermedad ni por vejez ni por aburrimiento (algo que quizá sea más común a medida que la sociedad tecnológica nos deja con los sentidos saturados).

¿Por qué hay más mujeres en esta digna especie literaria? Lo ignoro, pero si alguien tiene alguna hipótesis, por favor que me la haga llegar o que la publique más abajo en forma de comentario. Todo este prólogo viene a cuento porque acabo de descubrir otra excelente autora, a juzgar por este primer libro que leo de ella. No me considero un especialista en el género sino sólo un consumidor que por obra y gracia del tiempo y las sucesivas lecturas ha llegado a darse cuenta de si alguien cuenta algo interesante con gracia o sólo cuenta algo. También el lector, con el paso de los libros, va adquiriendo cierto olfato para adivinar la parte oculta de la historia, pero en este libro no le servirá de nada. Y os aseguro que me encantaría hablar del final de este libro… ¡casi no me puedo contener! Pero no lo haré porque sería arruinar una historia que merece ser leída de cabo a rabo para llegar a un final tan inesperado como original. ¡Ah! no seguiré por este camino porque percibo que la tentación de dar mi opinión es muy fuerte (así como recomiendo no leer la contratapa con la cual los editores siempre nos invitan a comprar pero nos arruinan el placer de enterarnos por nosotros mismos de todo lo que se narra).

Karin Fossum es noruega y cuenta como son los noruegos; sinceramente, para nosotros, los mediterráneos, son unos bichos raros, muy raros. Tienen reacciones que desde esta parte del planeta juzgaríamos como demasiado inocentes, y también costumbres que nos parecen demasiado frías o excesivamente educadas. El inspector noruego (en esta novela sí que hay policías) y su ayudante son dos personajes que uno no puede menos que asociar a otros autores nórdicos. Todos tienen un aura de “otro planeta”; o por lo menos así me lo pareció.

“…Y de cómo eran los noruegos ¿Cómo eran? Y la comida, ¿Qué podría decir de ella? Albóndigas, pudín de pescado y queso marrón. Patinaje sobre hielo. Very cold. Hasta cuarenta grados bajo cero. Norwegian oil. Le sirvieron e zumo y se lo bebió despacio. Se puso a chupar un cubito de hielo. Metió el vaso de plástico dentro de la pequeña red del asiento delate. Fuera veía las nubes pasar como algodones de azúcar…” (pág. 28)

Fossum escribe abundantes diálogos y eso hace que la lectura sea ágil y de ritmo vivo. Las descripciones no son muy largas y los diálogos internos lo justo para cambiar de perspectiva sin impacientar al lector. Es una buena escritora, según mi gusto, y pienso adquirir los otros libros publicados en español que hasta ahora no había prestado atención: “No miras atrás”, “El ojo de Eva” y “Quién teme al lobo”. Así que es muy probable que vuelva a mencionarla en este blog. De todos modos tengo que agregar que los autores nórdicos si bien tienen un encanto especial también transmiten una tristeza y soledad que siempre nos deja un poso de melancolía. Pero si uno lo sabe, entonces no hace daño (o eso espero).

Ficha Bibliográfica:

Fossum(2001), Karin Fossum, “Una mujer en tu camino”, Mondadori, Literatura Mondadori nº 350, Barcelona, enero 2008, pp. 396. Tit.Orig: Elskede Poona, J.W. Cappelens Forlag. A.S.

viernes, 6 de junio de 2008

F, Fyfield. Corrientes ocultas

Por casualidad (una manera de llamar a la concurrencia de causas que no tenemos ganas de analizar) este libro cayó en mis manos, y como la autora me era desconocida, empecé las primeras páginas a ver que tal estaba. “Corrientes ocultas” me atrapó, y en pocos días lo terminé. Por lo tanto dejo aquí constancia de esta novela ya que me pareció interesante tanto por el clima humano en que se desenvuelve como por la trama en la que no se adivina ningún final plausible… hasta que, junto con el protagonista, nos enteramos de ciertos hechos desconocidos por casi todos los personajes del libro. Un enigma bien resuelto que me parece perfectamente situada en la mejor tradición de la novela policíaca inglesa.

La autora, 1948, es abogada criminalista y ejerce en Londres; colaboró con la policía metropolitana y en 1988 empezó su carrera literaria publicando su primera novela: “A cuestion of Guilt”. Pero estas cosas son fáciles de averiguar ahora que con Internet tenemos a mano todo lo que hay que saber sobre el autor objeto de nuestra indagación.

Escribe uno de los personajes principales: “Mi padre me enseñó a dominar las palabras, pero la capacidad de articular puede resultar traicionera. Siempre llega un momento en que se puede decir demasiado” (Pág. 11), y uno no puede menos que recordar la profesión de la autora; difícilmente hay otra profesión, como la del abogado, que conoce el valor de las palabras que se dicen y el tesoro que pueden velar las que no se pronuncian. Así el libro está mechado de reflexiones y descripciones que son gratas para quien gusta paladear un libro con morosidad, sin prisa por llegar al final ni preocupación por quién será, al fin de cuentas, el criminal que Dios, en la forma de autor, ha elegido. “Había divisado una tienda que, a primera vista, se especializaba en lo que otros hombres parecían llevar, un tipo raro de gorra que no daba la impresión de proteger las orejas, pero también había notado que los individuos que llevaban sombrero parecían pasar la mayor parte del tiempo con él en la mano. Entraban en una tienda y se lo quitaban; se tropezaban con una mujer y volvían a hacer lo mismo, un constante descubrirse, como si se tratara de una molestia. También había notado otra cosa en el bullicio de las estrechas calles: la manera en que, siempre que dos personas tropezaban, ambas partes decían “Disculpe”, sin tomar en cuenta lo ocurrido. La palabra era como una contraseña, un prefijo de lo que viniera a continuación. “Disculpe, ¿podría sujetarme la puerta?... Disculpe, hoy no tengo cambio… Disculpe por haberme empujado”. Parecía obligatorio disculparse por ocupar un espacio. “ (pág. 51).

El que habla es un yanki que está de visita en un pequeño pueblo inglés. Un pueblo actual, a pesar de que no se ofrece ninguna fecha ya existe las píldoras Viagra y algunos prueban sus virtudes con gran entusiasmo ( “la FDA lo aprobó como la primera droga para el tratamiento de la impotencia en marzo 27 de 1998”) El norteamericano se asombra de sus costumbres y a la vez queda, poco a poco, subyugado por unas gentes que no parece importarles mucho ni el éxito ni el dinero. Así la trama se va desenvolviendo y curiosamente en ella no aparece ningún policía, ni en la investigación se usan equipos especiales como las series del CSI nos tienen acostumbrados. Siendo una novela de hoy, tiene el sabor, ya señalado, de otras que parecían haber desaparecido definitivamente. Un buen augurio para los adeptos al género. Nada muere realmente, sólo hay que tener paciencia para esperar: y lo veremos de nuevo.

Ficha Bibliográfica:

Fyfield(1992), Frances Fyfield, “Corrientes ocultas” Edición del Círculo de Lectores, Barcelona, 2002, pp. 315. Tit. Orig: Undercurrents.

martes, 3 de junio de 2008

E.O.Wilson y B. Hölldobler. Viaje a las hormigas

Mu gustaría decir unas palabras sobre este texto aparecido en 1996 y que es difícil de encontrar, hoy, en las librerías españolas (lo que no quita que se pueda conseguir por Internet, si se tiene suficiente paciencia). Sus autores, Edward O. Wilson y Bert Hölldobler son dos laureados entomólogos especializados en hormigas (o con otras palabras: “mirmecólogos”) que escribieron en 1991 un libro de referencia para esta disciplina científica: The Ants que además recibió el poco acostumbrado premio Pulitzer de literatura. Hay varios libros de E.O. Wilson publicados en español, y poco puedo agregar a los artículos que cito (en hipertexto) salvo quizá esta referencia que me llamó la atención: “Hace unos años cayó en mis manos un ejemplar del libro “Viaje a las hormigas”, de E.O. Wilson y B. Hölldobler. Y todo cambió. “ (la cita es de Kiko Gómez Abad y se puede encontrar en este web: hormigas). No son muchos los libros capaces de cambiar la vida de un joven.

Nuestro libro, publicado a posteriori del The Ants, según sus autores, “… condensa lo mejor de la mirmecología en una extensión más manejable, con un lenguaje menos técnico y con un sesgo, admitido e inevitable, hacia aquellos temas y especies sobre las que hemos trabajado personalmente. Cuando es preciso utilizar términos especiales debido a la naturaleza especializada del tema, los definimos allí mismo” (Prefacio). Así se puede considerar a “Viaje a las hormigas” como una obra de divulgación científica que merece figurar en la biblioteca de cualquier amante del saber, dispuesto a eliminar falsas y pretenciosas fronteras entre lo “científico” y lo “humanístico”. Límites que han hecho mucho mal en el siglo fenecido, al impedir la necesaria comunicación e interpenetración de puntos de vista provenientes de toda clase de experiencias humanas. Las hormigas son unos insectos sociales que han alcanzado el máximo de perfección de todos los artrópodos conocidos y que cuanto más sabemos de ellas más nos maravilla todo lo que se puede hacer con un minúsculo cerebro. Nunca la humanidad se ha podido librar de hacer comparaciones entre ella y las hormigas y la seducción que ofrecen al estudioso va más allá de la meramente científica. Inquietantes comparaciones nos surgen a menudo, cuando nos apercibimos de lo que estos minúsculos organismos son capaces de hacer: vastas colonias de millones de individuos que habitan ciudades colosales (en relación con su tamaño), con rascacielos gigantes donde la temperatura se mantiene siempre controlada; pastorear ganado, protegiéndolo de sus depredadores y trasladándolo a los campos más adecuados para su desarrollo; dedicándose a la depredación sistemática, y también a la caza solitaria y en pequeños grupos; esclavizando a otros pueblos, más débiles, de hormigas con el fin de ampliar el poder de sus imperios subterráneos y aniquilar competidores, etc. etc.

Leerlo nos abre los ojos sobre lo que sucede a nuestros pies y por lo tanto nos enriquece al verificar la inmensa riqueza de nuestro mundo. Por ello vale el esfuerzo de mencionar esta obra con el fin de a alertar a quién lo vea casualmente para no dejarlo escapar.

Ficha Bibliográfica:

Wilson y Hölldober(1994), Bert Hölldobler y Edward O. Wilson, “Viaje a las hormigas. Una historia de exploración científica”. Editorial Crítica, Barcelona 1996, pp. 271. Tit. Orig:” Journey to the ants. A store of Scientific Exploration.” The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge. Mass.