Aquí tenemos el caso de un autor que después de crear un personaje, Kurt Wallander, y de hacerse famoso con él, decide dejarlo de lado, quizá cansado del mismo, y buscar nuevos horizontes. Pero no sólo tenemos en esta novela otra gente sino que la temática misma sufre un profundo cambio. Ya no estamos en una novela “de género” (el policiaco, donde siempre hay por lo menos un asesinato y un enigma que resolver) sino en un híbrido que, con mucha probabilidad, no dejará contento a la mayoría de sus lectores habituales. Estamos muy lejos del Mankell de los primeros títulos publicados en español (
Es como entrar en un centro deportivo y encontrar que la mayoría de los estantes ofrecen utensilios de cocina, o ir al cine para ver una película de acción y encontrarnos inesperadamente en un teatro donde dan una obra de Sartre. Las expectativas nos llevan a rechazar, con fastidio, lo que propone la inesperada situación.
Uno espera una situación dramática, donde el asesino está a punto de cometer otra tropelía o el investigador a punto de cazarlo… y nos encontramos con reflexiones muy agudas, aunque detalladas con morosidad, sobre el libro rojo de Mao, la situación explosiva del campesinado chino o un retrato del líder africano Robert Mugabe (actual presidente de Zimbabwe) que también sorprenderá por su benevolencia.
Naturalmente el hilo dramático de la historia se hace trizas. Esta novela me hizo recordar a otra que leí hace mucho, mucho tiempo:
Me pregunto sí Mankell quería provocar al lector, o simplemente, se dejó llevar por sus preocupaciones políticas y sin quererlo construyó una obra que no es ni policial ni política, ni de denuncia ni de entretenimiento (aunque también puede ser vista, intentando ser justos, como una combinación de todo lo anterior).
De todos modos la información que el autor necesitó para “El Chino” no es tarea de un día. Cómo escribe en su “Colofón”: “… son muchas las personas que me han prestado su colaboración en este trabajo. Ante todo Robert Johnsson, que una vez más ha sido perseverante y exhaustivo a la hora de recabar datos. Sin embargo hay otros, y la lista sería muy larga; entre ellos se cuentan todas las personas del continente africano con las que tuve la ocasión de cambiar impresiones” (pág. 471).
Por ello propongo un sencillo ejercicio de imaginación que facilitará en mucho la lectura de esta novela y permitirá que nuestras expectativas no la perjudiquen: lea “El Chino” como si fuese la última novela de John Le Carré. Entonces dejará de esperar lo que no hay, y tendrá una perspectiva adecuada del nuevo Mankell (al que espero no ofenda este práctico consejo que acabo de dar).
Ficha Bibliográfica:
Mankell(2007). Henning Mankell. “El Chino”. Tusquets Editores. Colección Andanzas. Trad. Carmen Montes Cano. Barcelona, noviembre 2008. pp.471. Tit. Orig: Kinesen.