jueves, 29 de marzo de 2007

J.Baudrillard. El crimen perfecto

Aquí, gracias a este libro, podemos analizar la historia de un equívoco. Un error fruto de la complicidad entre el estamento universitario y el editorial.
Para poder entender en que consiste tal desaguisado nada mejor que leer lo que del texto afirma su propia contratapa (ese lugar donde exponen esperanzas que luego casi nunca se cumplen): “Jean Baudrillard es uno de los más interesantes y provocativos sociólogos de nuestro tiempo” está escrito; y por tal razón el editor nos coloca en el camino incorrecto.
Veamos al otro cómplice: cualquiera puede leer en Wilkipedia, en la entrada que corresponde a este autor, lo siguiente: “Jean Baudrillard (Reims, Francia, 20 de junio de 1929París, 6 de marzo de 2007) fue un sociólogo y crítico de la cultura francés. Su trabajo se relaciona con el análisis de la posmodernidad y la filosofía del postestructuralismo.”(ver, < http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Baudrillard>.
¡Aquí otra indicación que nos mantiene en un camino incorrecto! Resulta que J.B. fue un sociólogo y, ninguna duda podemos albergar: leeremos, en el momento que nos plazca... a un “sociólogo” (sea ésto lo que quiera significar).
Pero las apariencias engañan (como le gustaba sugerir al propio autor comentado), J.B tiene tanto de sociólogo como de cantaor de flamenco. Y como prueba de esta afirmación heterodoxa, me permitiré traer algunas de sus creaciones:
“Pero, precisamente, el crimen nunca es perfecto, pues el mundo se traiciona por las apariencias, que son las huellas de su inexistencia.” (pág.11)
“Lo que puede ocurrir, en cambio, es que no sean ya los cuerpos los que proyectan su sombra, sino las sombras las que proyecten su cuerpo, los cuales sólo serían la sombra de una sombra” (pág. 52).
“El hecho objetivo es que jamás estás del todo en el instante, y la presencia total sólo es virtual.” (pág.77)
“Vivimos en la ilusión de que lo real es lo que más falta, cuando ocurre lo contrario: la realidad ha llegado a su colmo. A fuerza de proezas técnicas, hemos alcanzado tal grado de realidad y de objetividad que podemos hablar incluso de un exceso de realidad que nos deja mucho más ansiosos y desconcertados que el defecto de realidad, que por lo menos podíamos compensar con la utopía y lo imaginario, mientras que para el exceso de realidad no existe compensación ni alternativa” (pág.91)
“La ilusión ingenua sobre los media es que, a través de ellos, el poder político manipula o engaña a las masas. La hipótesis inversa es más sutil. A través de los media, las masas alteran definitivamente el ejercicio del poder (o de lo que se cree tal).” (pág.101)
“El único deseo profundo no es el deseo de lo que falta, ni siquiera el de aquel a quien yo falto (lo cual ya es más sutil), sino el de aquel a quién no falto, el de que lo que es perfectamente capaz de asistir sin mí.” (pág.120)
“La regla absoluta es devolver lo que se te ha dado. Nunca menos, siempre más. La regla absoluta del pensamiento es devolver el mundo igual como nos ha sido dado –ininteligible- y si es posible un poco más ininteligible.” (pág.145)
Ahora me permitiré transcribir otras pocas líneas de un escritor que nada tiene que envidiar la sapiencia de nuestro supuesto sociólogo:
“Siempre pensé que la virtud estaba en obtener lo que no se podía alcanzar, en vivir donde no se está, en estar más vivo después de muerto que cuando se está vivo, en conseguir, en fin, algo difícil, absurdo, en vencer, como obstáculos, la propia realidad del mundo (pág.161)
“Cada rostro, aunque sea el de aquel a quien vimos ayer mismo, es otro hoy, puesto que hoy no es ayer. Cada día es el día que es, y nunca hubo otro igual en el mundo. Sólo en nuestra alma está la identidad –a la identidad sentida, aunque falsa consigo misma- gracias a la cual todo se asemeja y simplifica. El mundo está formado de relieves y aristas diferentes, pero, para quien es miope, es una niebla insuficiente y continua.” (pág.184)
“Nos cansamos de todo, salvo de comprender. A veces no resulta fácil descubrir el sentido de la frase. Nos cansamos de pensar para llegar a una conclusión, porque cuanto más se piensa, más se analiza, más distingos se hacen, menos se llega a una conclusión”. (pág.256).
“El trabajo nunca da resultado. El esfuerzo no llega nunca a ninguna parte. Sólo la abstención es noble y elevada, porque es ella la que reconoce que la realización es siempre inferior y que la obra realizada es siempre la sombra grotesca de la obra soñada.” (pág.308)
Me he permitido un ejercicio de señalamiento, más que de razonamiento. Simplemente he comparado dos autores, uno a quien el mundo oficial considera “sociólogo”, otro a quien el mundo oficial (en este caso también “editores” y “universidades”) considera “poeta”.
Los fragmentos iniciales se deben a Jean Baudrillard, los segundos fueron escritos por Fenando Pessoa. El primero era francés, el segundo portugués.
Pienso que ambos son interesantes, a condición de que nos encontremos con lo que esperamos encontrar. Recuerdo que una vez leí la anécdota de un profesor (creo que era de Historia), que al dar una conferencia en un auditorio repleto de gente se sorprendió mucho cuando sus primeras palabras fueron seguidas por risas del público. Al cabo de poco tiempo, como las risas no terminaban, se detuvo perplejo. Entonces se le acercó el secretario de la Asociación que lo había invitado y le susurró al oído que había habido un error tipográfico en el anuncio de su conferencia: en vez de presentarlo como un historiador de prestigio, se anunciaba que era un prestigioso “humorista”. Ahora todo se explicaba. Ignoro como siguió su charla el conferenciantes, pero la anécdota me viene a la memoria al comparar estos dos textos.
Jean Baudrillard puede ser leído con provecho si sus escritos, al igual que los de Pessoa son considerados como los de un poeta que observa la realidad; en cambio si se lo percibe como un científico (suponiendo que la “Sociología” sea efectivamente una ciencia social) probablemente nos llevaremos una gran desilusión… a menos que seamos estudiantes universitarios y como tales estemos cautivos de los caprichos de nuestros profesores (que también son los que nos toman examen y por lo tanto gozan del poder omnímodo de establecer quién es quién).

A veces, muchas, sin duda, todo consiste en reajustar la perspectiva. Y lo que parecía torcido resulta ahora original y fascinante. Prueben a leer a este autor (y a otros de similar procedencia universitaria) como a un sensible poeta que creció en un ambiente poco propicio, y veréis que dicen cosas estimulantes; pero no hay que creer en las contratapas, para que el placer sea real.


Ficha Bibliográfica:
Baudrillard(1995), Jean Baudrillard, "El Crimen Perfecto", Anagrama, Barcelona, 1996, pp. 205, Tit.Orig: Le crime parfait. Editions Galilée, Paris, 1995
Nota. El texto de Pessoa ya ha sido comentado en este blog. Los datos figuran en la entrada respectiva.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Gilles Lipovetsky. El crepúsculo del deber.

Gilles Lipovetsky es francés, además es un intelectual, o sea que la suma algebraica de estos dos términos proporciona un resultado ¡mayúsculo!, como debe ser, por otra parte. En realidad no es francés sino de origen polaco, y nació en 1944, además de ser profesor de filosofía y escritor de muchos libros de ensayo, lo que no quita que Lipovetsky sea un intelectual francés hecho y derecho y como tal, desde el lado occidental de los Pirineos estamos dispuestos a escucharlo como palabra del Señor.

Si alguien deduce de las líneas anteriores que Gilles me cae antipático, se equivoca. Me gustan los intelectuales franceses porque saben hablar de todo, y siempre con gran claridad. Es verdad que muchas veces se equivocan, pero ello está comprendido en el precio de venta; sólo que los de este lado de los Pirineos nos olvidamos del truco y tendemos a ser oyentes pasivos y repetitivos de lo que esta clase de ilustrados crean.

Hace muy pocos días tuve oportunidad de escuchar por Televisión un reportaje a G.L. donde él se explayaba con tranquilidad sobre nuestro mundo hipermoderno y sus cualidades diferenciales. En la misma entrevista aclaraba que sus libros no eran exactamente filosóficos (lo que estoy muy de acuerdo), ni tampoco sociológicos (lo que siempre intuí, aunque no me animaba a comentarlo). Afirmaba que a él le gusta escribir y que le resulta muy difícil clasificar sus textos dentro de las materias conocidas. Aprovecho entonces la coyuntura que me ofrece este escritor para insinuar que, en realidad, la mayoría, si no todos, de los intelectuales (incluyendo los “franceses”) no son otra cosa que “charlistas”, gente que le gusta hablar y que tienen el encanto del que sabe manejar los conocimientos para sacar de ellos conejos blancos, tortugas de ojos celestes y otros prodigios por el estilo.

No se entienda, por favor, que no digan cosas importantes. Sólo que éstas están tan mezcladas con sus prejuicios que a veces resulta difícil separar unas y otros. Cómo en realidad los envidio un poco (tanto por su popularidad, como por la facilidad que tienen para sacar conclusiones de todo), me gusta leerlos y saborear el placer del conocimiento adquirido por ciencia infusa, casi por derecho de casta, si se me permite decirlo. Cuando Lipovetsky escribe: “El hechizo del deber no es ciertamente una especificidad de la modernidad. Lo es, por el contrario, la afirmación de deberes obligatorios ajenos a los dogmas de cualquier religión revelada, la difusión social de una moral liberada de cualquier divinidad tutelar” (pág.28) a mi me encanta pensar que por fin entiendo en que se diferencia mi mundo postmoderno de los otros mundos del pasado. Es verdad que leyendo el párrafo anterior me asalta una duda: ¿Qué hay de los estoicos? Pero luego la descarto. Probablemente Lipovetsky también tuvo en cuenta mi duda y seguro que la descartó con rotundidad; nunca hay que dejar que un buen pensamiento sea sometido a pruebas propias de las tesis científicas, sería lo mismo que leer la poesía utilizando el análisis estadístico ¡una estupidez!

Veamos (ya que estamos) otro pensamiento del autor: “Si bien la liberación de las normas sexuales no equivale a un estado de jungla, es necesario precisar que no ha logrado suprimir las formas de la violencia y de agresión relacionadas con la vida sexual” (pág.63) Cualquier puede comprobar, leyendo el diario matutino, que esta observación es rigurosamente cierta; por lo tanto tenemos aquí una interesante descripción sociológica que, en pocos párrafos, apoyará una conclusión inesperada ¡He aquí la magia del intelectual! Capaz de convertir el bronce en oro sólo frotando un poquito lo que todos vemos, pero no reconocemos.

Tengo la sospecha que si algún lector de este caprichoso blog me ha seguido hasta aquí estará pensando que hoy me incliné, al contrario que en la mayoría de mis comentarios, por sacudirle al autor como si de un felpudo se tratara. Pues no, se equivoca mi hipotético y sufrido lector; a mi me gustan los intelectuales, y mucho más si son franceses (lo reconozco); pienso que escriben cosas interesantes y que me hacen pensar, casi siempre, en cosas que no se me habían ocurrido. Sólo me parecen peligrosos si uno cayera en la costumbre ibérica de considerarlos semidioses; en cambio, como “charlistas” son impagables, y recomiendo a cualquiera este libro si quiere pasar un buen rato. Eso sí, no es ciencia, ni filosofía, ni tampoco literatura; es una combinación muy equilibrada de un buen escribir, muchas lecturas heterogéneas, observaciones agudas sobre la realidad circundante, y una inevitable dosis de opiniones personales que todo el mundo tiene derecho a tener. Con estas aclaraciones, recomiendo a Lipovetsky para morigerar el malestar que en los tiempos que corren puede provocarnos escuchar a nuestros hirsutos políticos nativos (nada tan lejos de cualquier charla culta e inteligente)

Ficha Bibliográfica:

Lipovetsky(1992), Gilles Lipovetsky, "El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos", Anagrama. Colección Argumentos, Barcelona, 1996, 3ra. Edición, pp. 288, Tit.Original: L’éthique indolore des nouveaux temps démocratiques.

lunes, 26 de marzo de 2007

Mente y Cerebro

Tener un blog, como éste, es una experiencia de libertad. Uno es director de sí mismo y puede cambiar o ampliar los objetivos iniciales sin que nadie se mosquee. Claro que también tiene otras pegas (como no poder vivir de ello), pero no hay bien que no contenga, en este universo, su propia sombra, y a lo más que podamos optar los humanos es a elegir un equilibrio de ventajas y desventajas que nos permita vivir en paz y si es posible con un poco de alegría.

Todo esto viene a cuenta por que hoy decidí incluir en el blog no sólo libros y alguno que otro vídeo documental sino también las revistas que suelo leer; que son pocas pero buenas, o por lo menos a mi me lo parece. Hoy mencionaré a “Mente y Cerebro”, una publicación regular (bimensual) que edita Investigación y Ciencia www.investigacionyciencia.es y que viene a ser una recopilación de artículos sobre lo que indica su nombre: un poco de neurología, psicología, sociología, ética y cuestiones similares. Todo desde un punto de vista estrictamente científico y con ello no quiero decir que sean verdad (una cuestión francamente peliaguda) sino que, por lo menos, las opiniones e hipótesis se basan en datos proporcionados por experiencias de laboratorio u observaciones rigurosamente controladas.

Los artículos pueden, algunos, resultar algo pesados para quienes no tienen entrenamiento es el lenguaje científico, pero casi todos presentan partes perfectamente legibles e interesantes para el español medio. Otra cosa es si Ud. está dispuesto a hacer el esfuerzo para entenderlos; pero si lo hace, casi con seguridad se verá recompensado.

En el número recientemente aparecido, por ejemplo, tenemos una variedad de artículos que muestran el amplio abanico en que se mueve la temática de la revista: “Sentido del gusto, El descubrimiento del otro, Imitación rehabilitadota, Visión en blanco y negro, El continuum de la homosexualidad, Alfred Binet o los orígenes del cociente intelectual, maduración neuronal en el Síndrome de Down, Carl Gustav Jung, Ética de la relación con los animales, En busca de fármacos antitumorales, ¿Qué es la belleza?”

Los temas pueden parecerse a los que publican revistas más populares de divulgación, que hay varias en el mercado, pero no nos engañemos; en este caso los artículos están dirigidos a un público mucho más profesional y capaz de soportar una explicación de especialistas. Si el lector es consumidor de esta clase de revistas, que no son malas por cierto (aunque siempre me dejan con la sensación de que cuando la cosa se pone interesante el artículo ya se acaba), notará enseguida la diferencia.

Así como los números de Investigación y Ciencia son, en su mayoría, traducciones de Scientific American, los de esta publicación son traducciones de Gheirn & Gest, publicación alemana. Diera la impresión que más allá de la fantasía exaltada de nuestros políticos aún no hay suficiente material producida por españoles para rellenar una publicación de esta índole. En todo caso, y dado que somos todos europeos, se podría decir que los artículos son “de casa”; aunque algunos se extrañen por que nos tomemos esa confianza con los amigos alemanes.

domingo, 25 de marzo de 2007

D.Rasskin Gutman. Metáforas de ajedrez

El autor, de origen argentino, es Dr. En Ciencias Biológicas y trabajó en diversos institutos de EEUU. Reside en California y es investigador del The Salk Institute. En este libro nos ofrece un panorama del cerebro, la mente como producto del mismo, la inteligencia artificial y el ajedrez; esté último como juego que es, también, metáfora del aprendizaje humano. Un libro ambicioso, que pretende divulgar los conocimientos sobre estas cuestiones ofreciendo una panorámica de fácil acceso. El prólogo de Jorge Wagensberg, del Museo de la Ciencia de Barcelona, amigo del autor, ilustra sobre como el ajedrez puede ser una buena metáfora del conocimiento: “¿Se puede hablar de incertidumbre en el caso del ajedrez? Existen diez elevado a ciento veinte partidas distintas. Así que, en efecto, se puede hablar de incertidumbre. Cada jugador contiene una ración de incertidumbre para su adversario. El número de partículas subatómicas del universo es del orden de diez elevado a ochenta y el número de sonetos libres distintos que se pueden escribir en castellano (catorce versos eligiendo entre ochenta y cinco mil palabras es de diez elevado a cuatrocientos quince). En ajedrez el cerebro tiene pues la sólida ilusión de crear, la misma que un poeta cuando crea un soneto, o la de un científico cuando propone una ley de la naturaleza, no sea que ésta la acepte como tal.” (De la Introducción)

Una síntesis como la de este texto implica mucho trabajo personal, y se puede leer en pocas horas. Hay en esto una asimetría injusta, pero favorable para nosotros, los lectores.

Si, luego de leer este trabajo (o antes, que también resulta estimulante) nos detenemos en hojear la Bibliografía comprobaremos que está ampliamente sustentado en multitud de estudios, como consta en la introducción a ella: “He consultado múltiples libros y revistas especializadas con la intención de contrastar la información lo más posible y espero que el lector interesado encuentra en esta bibliografía un punto de partida válido para profundizar en las metáforas propuestas. Como si fuera un árbol de búsqueda de ajedrez, al leer un artículo se abren nuevas interrogantes que llevan a leer otra docena de artículos y así ad infinitum, como la biblioteca de Babel del viejo Borges. Esta explosión exponencial de material hace que apenas sea posible mencionar más que una porción de las fuentes consultadas. En cualquier caso, estoy en deuda con la mayoría de estos autores…” (pág.197)

En estos días se anuncia un nuevo libro del ogro de Bakú, Gary Kasparov, que según he leído, tiene un título provocativo, algo así cómo “la vida imita al ajedrez”. Pronto lo tendremos en nuestras librerías, mientras tanto éste, de Rasskin Gutman, podría ser una buena introducción a las seguro inteligentes reflexiones que nos deparará el próximo de Kasparov.

Ficha Bibliográfica:

Rasskin(2005, Diego Rasskin Gutman, "Metáforas de Ajedrez. La mente humana y la inteligencia artificial", La Casa del Ajedrez, Madrid, 2005, pp.219.

viernes, 23 de marzo de 2007

M.Allen. El enigma de Hess

Hasta leer este libro no tenía una idea muy detallada de lo que implicó el vuelo de Rudolf Hess, a Escocia, el 19 de mayo de 1941. Sabía, como todo el mundo, que Hess había sido el segundo hombre en importancia en la jerarquía nazi y que su vuelo clandestino sorprendió tanto al régimen alemán como al mundo. Hitler lo tachó de locura y durante un tiempo causó una gran incomodidad a los nazis, explicar esta aparente deserción. También es conocido que Hess intentó negociar un acuerdo a dos bandas entre Gran Bretaña y Alemania, en guerra en esa época, pero una tentativa tan absurda, según la mayoría de los comentaristas, sólo podía consolidar la hipótesis de que una locura repentina no era falsa.

No obstante el libro de Martin Allen resulta fascinante porque aporta nuevos datos, liberados del secreto, sobre esta iniciativa nazi fracasada. Resulta que existía, en Gran Bretaña, un sector pequeño pero poderoso que veía con buenos ojos una alianza, o por lo menos el establecimiento de un statu quo con la Alemania de Hitler, y Hess estaba al tanto de ello. No sólo Hess, sino Hitler, ya que la hipótesis del libro apunta hacia que Hitler envió a su segundo con el mandato de firmar la paz con el único país que, en ese momento, Alemania estaba en guerra (la invasión a la URSS no empezó hasta el 22 de junio y la guerra con EEUU fue recién en diciembre de ese mismo año).

La posibilidad de firmar la paz con G.B. era tremendamente seductora para Hitler, ya que así tenía las espaldas cubiertas y podía dedicarse plenamente a ajustarle las cuentas a Stalin; con quién había firmado un pacto de no-agresión y con quién se había repartido Polonia; pero en el aire flotaba la sensación que esta alianza duraría lo mismo que un caramelo a la puerta de una escuela.

Hitler dudaba en atacar a la URSS mientras G.B. se mantuviese en guerra, acorralada en su isla, más contando con un poderoso amigo: Estados Unidos, dispuesto a ayudarla. Sería, luego, la guerra en dos frentes, algo siempre temido por el Alto Mando alemán y que, además, hacía recordar demasiado lo acontecido en la primera gran guerra. Así que la expedición de Hess era vital, para la consolidación y expansión del nuevo imperio germano.

No obstante Hitler no se podía arriesgar a proponer públicamente lo que sí estaba dispuesto a dar en condiciones más discretas, y además estaba el grave problema de Churchill, dispuesto a enfrentarse a Hitler hasta alcanzar su derrota (cosa que en ese momento parecía muy lejana, sino imposible). En ese delicado juego de diplomacia secreta se mezclaban figuras importantes de la política británica, como el ex rey y duque de Windsor que conocía a Rudolf Hess personalmente. La figura de este ex monarca, muy controvertido por sus simpatías nazis, aparece en la sombra de esta conjura, como así también los Servicios Secretos británicos que tienen una trampa a Hitler haciéndole creer que el grupo inglés partidario de la paz era más poderoso de lo que realmente era.

Todo esto lo cuenta Martin Allen y ofrece detalles aportando información que por lo menos hace pensar que habría pasado si efectivamente G.B. hubiera dejado a Hitler con las manos libres en Europa.

Ficha Bibliográfica:

Allen(2003), Martin Allen, "El enigma Hess", Cìrculo de lectores, ed. original Planeta, 2004, www.circulo.es , pag.411, Tit.Orig: The Hitler/Hess deception

miércoles, 21 de marzo de 2007

B.Bryson. Una breve historia de casi todo


Los que tendemos hacia las “humanidades” solemos desechar los temas científicos puros y duros, y es una pena, porque ellos aportan una dosis de realidad y de conocimiento que difícilmente podríamos obtener por otro lado. Por eso, de tanto en tanto, me sumerjo en un buen libro de divulgación y me entero de muchas cosas que me dejan perplejo (en el buen sentido del término). Éste es uno de ellos.

El autor, Bill Bryson, es un autor de viajes (según se describe en la solapa) y de hecho el libro invita a un viaje por los descubrimientos de las ciencias en estos últimos años: nuestro universo, este planeta, y la vida que contiene.

Para conocer el desarrollo de la vida hay que aprender a golpear en la puerta de diferentes ciencias específicas: la química, la física, la geología, etc. etc., y con Bryson recorremos en rápida síntesis las formas de vida que crecieron antes, y paralelamente a la especie humana. El libro está lleno de anécdotas (¡Qué sería un viaje sin ellas!) y quizá este estilo ha contribuido a la buena acogida con que el público de diversos países lo recibió: “Hubble murió de un ataque al corazón en 1953. Le aguardaba una última y pequeña rareza. Por razones ocultas en el misterio, su esposa se negó a celebrar un funeral y no reveló nunca lo que había hecho con su cadáver. Medio siglo después, sigue sin saberse el paradero de los restos del astrónomo más importante del siglo. Como monumento funerario, puedes mirar al cielo y ver allí el telescopio espacial Hubble, que se lanzó en 1990 y que recibió ese nombre en honor suyo” (pag.133)

El libro no se limita a documentar el extraordinario desarrollo científico de las últimas décadas, sino también el impacto que en el medio ambiente provoca el uso tecnológico cada vez más sofisticado. Vivimos una revolución científica como nunca existió en la historia; esto es magnífico, sólo que también podemos provocar desastres inimaginables como consecuencia de este mismo poder resultado de la unión productiva entre conocimientos y tecnología: “En 1995, unos 37.000 buques pesqueros de tamaño industrial, más un millón de embarcaciones más pequeñas, capturaban el doble que veinticinco años antes. Los arrastreros son hoy (2003) en algunos casos tan grandes como cruceros y arrastran redes de tal tamaño que podría caber una de ellas una docena de reactores Jumbo. Algunos emplean incluso aviones localizadores para detectar desde el aire los bancos de peces. Se calcula que, aproximadamente, una cuarta parte de cada red que se iza contiene peces que no pueden llevarse a tierra por ser demasiado pequeños, por no ser del tipo adecuado o porque se han capturado fuera de temporada. Como explicaba un observador en The Economist: “Aún estamos en la era de las tinieblas. Nos limitamos a arrojar la red y esperar a ver que sale”. De estas capturas no deseadas tal vez vuelvan a echarse al mar, cada año, unos 22 millones toneladas, sobre todo en forma de cadáveres. Por cada kilo de camarones que se capturan, se destruyen cuatro de peces y otras criaturas marinas.

Grandes zonas del lecho del mar del Norte se dejan limpias mediante redes de manga hasta siete veces al año, un grado de perturbación que ningún otro sistema puede soportar… “(pág.274)

Como buen libro de divulgación no se detiene en cómo se obtienen los conocimientos científicos sino también cuenta para que sirven y como se usan en la vida real. El ciudadano de a pié poco puede hacer para evitar estos desastres; pero en tanto formamos parte de una comunidad mayor importa si conocemos lo que está pasando o sólo nos quedamos en nuestra burbuja personal En tanto individuos nadie es responsable de la suerte de la especie (¡menuda responsabilidad sería!); pero de alguna forma indirecta, lenta y casi mágica, las opiniones que la gente tiene sobre el mundo termina pesando y modificando irreversiblemente la historia humana. Véase si no lo que sucedió con la esclavitud (que duró miles de años) y con otros pequeños y grandes adelantos que hemos ido logrando en el sangriento siglo XX transcurrido. Lejos de provocar innecesaria culpa el autor muestra lo que intuimos de manera clara y precisa: estamos mucho mejor que hace siglos, pero corremos serios peligros si seguimos ciegamente las fuerzas del mercado.

“Como somos tan notoriamente descuidados en lo de cuidar de los seres, cuando están vivos y cuando lo están, no tenemos idea (realmente ninguna en absoluto) de cuántas especies han muerto definitivamente, o pueden hacerlo pronto, o nunca, y qué papel hemos desempeñado en cualquier parte del proceso…” (pag.455) y forma parte del conocimiento científico, y de su divulgación popular, evaluar, también, el grado de nuestra ignorancia respecto de los temas vitales que nos preocupan. Un conocimiento muy valioso (“saber lo que no se sabe”) para hacernos más prudentes en tantas medidas cruciales que los gobiernos están tomando en diferentes cuestiones sociales, científicas y tecnológicas. Las buenas ventas de este libro quizá sea un signo esperanzador de la existencia de un número creciente de personas que quieren saber más y más de su entorno y de la vida en general. Por eso el libro merece un lugar en nuestra biblioteca; y si no podemos permitirnos el gasto, por lo menos pedirlo en la biblioteca pública más cercana (y si no lo tienen… ¡que lo compren! sacrificando una parte de su presupuesto para novelas)

Ficha Bibliográfica:

Bryson(2003), Bill Bryson, "Una breve historia de casi todo", RBA, Barcelona, mayo 2005, www.rbalibros.com, pp.511, Tit.Orig: A Short Hystory of Nearly Everything Nota: Ganador del primeo Aventis para libros de ciencia 2004. Existe una edición posterior ilustrada (y bastante más cara).

domingo, 18 de marzo de 2007

A.J. Gregor. Los rostros de Jano

Existe en muchos lugares del orbe occidental un curioso error sobre la historia reciente: la creencia que hay una diferencia abismal entre marxismo radical (representado por la izquierda bolchevique, y sus variantes trotskistas) y el fascismo, tal como quedó retratado con Mussolini y en grado algo diferente con Hitler. En realidad muchos autores ya han señalado más de una correspondencia entre estas ideologías totalitarias, y el sentido común del ciudadano también ha percibido que existe un mal llamado “fascismo de izquierdas” (como si fuese el fascismo siempre de "derechas"). La línea divisoria entre estas ideologías es tan tenue que en realidad un investigación a fondo podría determinar que no existe. Una cosa es la lucha entre países representantes de ambas, como la confrontación Alemania nazi y la URSS estalinista, y otra, muy diferente, es la existencia de profundas afinidades entre ideologías. Recuérdese que la Historia es abundante en ejemplos donde la lucha entre hermanos resulta más enconada que la lucha entre extraños, y esto sucede tanto en las religiones, como en los países y en el reino de las ideas. Por lo tanto el libro de James Gregor es muy actual para investigar las coincidencias y profundas afinidades entre estos totalitarismos que la historia puso en muchos momentos (no en todos, recuérdese la alianza Hitler-Stalin que tuvo como consecuencia inmediata la desaparición de Polonia como país soberano) a ambos lados de la mesa.

Este libro es también necesario para comprender el curioso “giro” hacia la espiritualidad musulmana que muchos ex comunistas han tenido (el caso más famoso probablemente sea el ex dirigente del Comité Central del Partido Comunista Francés, Roger Garaudy); fenómeno al que se añade el caso no menos curioso de la izquierda populista latinoamericana cuyas simpatías hacia regimenes totalitarios religiosos, como el Irán Chiíta, es por demás evidente. En el fondo no hay tal giro, ya que las ideas centrales son muy parecidas, más allá de su cobertura laica o religiosa. El hilo conductor de estas ideologías es su odio a las democracias representativas (a las que se ve como corruptoras e injustas) y la necesidad de que una selecta minoría conocedora del “buen camino” alcance el poder y desde allí establezca una férrea dictadura paternalista. Para alcanzar tal objetivo es menester subrayar y caricaturizar todos los fallos de las democracias actuales (destacar la pobreza, la falta de oportunidades de la juventud, la política exterior zigzagueante o claramente movida por intereses económicos, la corrupción en las instituciones, el apoyo a regímenes dictatoriales y una larga lista de errores, componendas e hipocresías). Tal crítica no se hace para acentuar la representatividad de una democracia todavía imperfecta, sino para demolerla completamente. Así como el bolchevismo criticó al zarismo con todos su fallos para luego instaurar una dictadura omnipotente, o Mussolini liquidar la democracia italiana, siempre inconstante y con grandes agujeros de representatividad, y sustituirla por la política del imperio y el aceite de ricino para los opositores, o Hitler que cabalgando sobre la crisis económica alemana provocada por la depresión norteamericana del 29 que le permite establecer un nuevo estado capaz de asegurar trabajo para todos a costa de preparar una nueva contienda mundial, de la misma manera ahora se ataca todos los fallos de nuestra sociedad para volver sigilosamente al gobierno de minorías iluminadas, sea por Mahoma o por el nacionalismo más rampante o por una combinación de consignas, heterogéneas entre sí, pero que apuntan todas hacia el mismo resultado.

El autor considera que “el fascismo parece ser, al menos sustancialmente, la expresión de una indignación colectiva. Proviene de un profundo y prolongado sentimiento de humillación de grupo, real o imaginado. Durante los siglos XIX y XX, aquella humillación a menudo era el resultado directo o indirecto de un retraso económico. Con frecuencia, la incapacidad para hacer frente a los desafíos militares de las naciones industriales desarrolladas proporcionaba a las menos desarrolladas una sensación de ineficacia e inferioridad que las minoras revolucionarias lograban con frecuencia atizar hasta alcanzar el frenesí reactivo.

Bajo el patrocinio de dichas minorías, una base movilizadota puede fluir muy fácilmente del nacionalismo reactivo a un furor por la homogeneidad nacional, al etnocentrismo, a la xenofobia, y en los casos más extremos, a la justificación de la violencia contra minorías indígenas “indigeribles” o contra adversarios extranjeros (pág.258)”.

No se trata de ver todos los movimientos actuales contestatarios como formas de fascismo en progreso. El fascismo actual tiene sus partidarios, pero ellos se reconocen por las características históricas que le permitieron surgir a principios del siglo XX: un nacionalismo exacerbado (nacionalismo no sólo de país, sino también de comunidad religiosa, espiritual o étnica) y un odio feroz contra toda forma de representatividad democrática, ya que esta última es la puerta para que la gente común, corrompida por su visión relativista de la existencia, alcance posiciones de poder y desde allí obstaculice y haga imposible la tarea de renovación y purificación social y cultural.

Siempre que estamos en presencia de iluminados que pretenden conducir al rebaño popular hacia formas puras y justas de existencia política nos encontramos con el peligro de una nueva versión fascista en la historia. Este fenómeno normalmente va unido a un apoyo popular sustantivo, apoyo paradójico ya que representa, a mediano plazo, la liquidación de ese mismo poder que lo elevó al gobierno. Si se me permite la comparación, que considero bastante aproximada, el fascismo es como un virus que invade la célula para utilizarla en su propio provecho; de la misma forma el fascismo es un movimiento popular que alcanza el poder para vaciarlo de todo contenido popular. Y me temo que de esto tendremos mucho en las próximas décadas; por lo tanto todo aquello que nos prevenga y nos haga recelosos bien venido será. Un pueblo prevenido jamás será vencido.

Ficha Bibliográfica:

Gregor(2000), A.James Gregor, "Los rostros de Jano. Marxismo y Fascismo en el siglo XX", Biblioteca Nueva, Universitat de Valencia, Madrid, 2002, pag.302, Tit.Orig: The Faces of Janus. Marxism and Fascism in the Twentieth Century, Yale University Press

viernes, 16 de marzo de 2007

El experimento Goebbels

Goebbels era zambo, una osteomielitis le afecto la pantorrilla derecha, a los cuatro años, y lo dejó con dolores para toda su vida. Además era de escasa estatura y con el tiempo no mejoró su cara de comisario bolchevique a punto de dictar sentencia. Ni siquiera cuando sonreía parecía un hombre agradable, aunque evidentemente hay gustos para todo, ya que se casó con una mujer bella (para los moldes de la época), Magda Quandt, quien le dio seis hijos que por su buen aspecto parecían no haber heredado nada del padre. No era inculto, ya que fue doctor en historia, además de haber estudiado filología germánica y clásicas. Tampoco era inteligente, aunque sí podría calificárselo de listo. Quizá por su apariencia (que lo condenó a ser un niño solitario) se fue haciendo radical en la juventud. No fue admitido en el ejército debido a su minusvalía por lo que no pudo enrolarse como soldado en la primera gran guerra; así que, poco a poco, en los agitados tiempos posteriores a la guerra se fue afirmando en una mentalidad cerradamente antisemita, anticapitalista y nacionalista. De bache en bache terminó con Adolfo Hitler, y a su sombra se labró su carrera y su poder, con el cual a partir de 1933 llegó a dominar toda la producción cultural e intelectual de Alemania. Así conquistó honores y actrices por igual, ya que su diminuta y mal formada apariencia no fue obstáculo para sus múltiples aventuras (lo que llevó su matrimonio al punto de ruptura; hecho que no se produjo por la intervención personal de Hitler).

Un hombre que le gustaban los entierros fastuosos (como el que organizó a Hors Wessel) con discurso fúnebre incluído. También orquestar algaradas, supuestamente espontáneas, como la “noche de los cristales rotos”, el primer ensayo de caza sistemática al judío, que escandalizó al mundo entero y llamó la atención, a quien quisiera escucharle, que su antisemitismo iba muy en serio. Goebbels es un personaje siniestro que se convierte en el modelo para todos los ayatolaes e inquisidores posteriores; organizó su ministerio de Propaganda como una fábrica y no había papel ni libro en Alemania, película o programa de radio, periódico o conferencia que no fuese fiscalizada por la maquinaria que el montó y dirigía diariamente.

En general prefiero los libros para conocer a fondo una situación, pero los Videos son excelentes para recrear circunstancias, personajes, ambientes, que si no quedarían librados a nuestra imaginación (siempre anacrónica, ya que nunca vivimos lo que leemos, o casi nunca). Las fotos no hacen justicia, la mayor parte de las veces a los acontecimientos históricos, por eso he puesto este Video, al que recomiendo, entre los diferentes libros que comento.

También hay una dirección, que contiene parte del contenido del Video, y que bien puede darnos una idea de éste. Se trata de http://www.youtube.com/watch?v=W1pkO5M6zUA&mode=related&search=

El Video tiene además la virtud de no agregar comentarios más o menos inspirados (generalmente “menos”), y utilizar palabras del propio Goebbels que ilustran su vida y su manera de pensar.

¡Ojala tuviéramos muchos documentos como éste a nuestra disposición! El estudio de la Historia sería más ameno aún, y nos proporcionaría una comprensión lo más parecida a “estar ahí”, aunque nunca es lo mismo, acercarnos en lo posible a las circunstancias estudiadas ayuda a comprender el pasado.

Ficha bibliográfica:

“El experimento Goebbels. Diario de un nazi”, Planeta, Distribuido por S.A.V., duración aproximada 108 minutos, DVD

jueves, 15 de marzo de 2007

M.Hastings. Armagedón

Armagedón, tal como lo cuenta el autor es “el campo de batalla decisivo del Día del Juicio Final, y, por extensión, cualquier lucha final a gran escala” (introducción) Así que este libro trata de la lucha final por la conquista de Alemania. Una conquista total que se realiza por primera vez en la Historia que se lleva por delante más de un millón de personas muertas, innumerables atrocidades (múltiples violaciones masivas de la población femenina, sin discriminación de edad o circunstancias) y varios ejércitos de diferentes países luchando palmo a palmo por un territorio cada vez más disminuido. 100 millones de personas ocupaban ese territorio y los resultados de esa titánica lucha cambiaron por completo la faz de Europa y aún se prolongan en nuestros días en forma de temores y fobias nacionales, que si bien están atenuadas nunca han desaparecido por completo. Max Hastings, periodista de la BBC y escritor de libros de historia, nos cuenta apelando a las fuentes y a los relatos de los protagonistas de ambos bandos. Veremos como la abrumadora fuerza material de los aliados no se traducía inmediatamente en ataques victoriosos y como pequeñas fuerzas mal armadas del ejército alemán, ayudado por sus compatriotas eran capaces de enfrentarse con unidades militares muy superiores. La política de tierra arrasada de Hitler, que condenaba a todo su pueblo a una situación tecnológica prehistórica, las dudas y conflictos de los aliados, los errores y venganzas de los soviéticos, la esperanza contra todo pronóstico y la huída en masa frente a los avances rusos. Huida que era obstaculizada por los propios nazis que deseaban ver a la población enfrentándose hasta el último hombre frente a las hordas bolcheviques. Como “la cruzada de liberación de Europa en que se habían embarcado muchos hombres de las naciones aliadas guiados por un verdadero idealismo en junio de 1944, había degenerado en una serie de torpes maniobras de ámbito local…” (pág.237) y la guerra que debía haber terminado en septiembre de 1944 se alarga casi un año más, originando tantas pérdidas en vidas humanas como hasta esa etapa de la contienda había sucedido. El falso optimismo que se desencadena frente a el éxito de Normandía, en junio de 1944 y la posterior desbandada del ejército alemán en Francia, es sucedido con un nuevo tipo de guerra, dónde ahora son los alemanes los que cumplen el papel que en su momento les tocó a los rusos; agarrándose a la tierra y a las trincheras, a las guerrillas y a los golpes de mano, para frenar una tropas que veían el éxito cercano y sin embargo frustrantemente lejano. La propaganda del régimen nazi aprovechando las crueldades del ejército ruso, que tiene mano libre para vengarse de las que en su patria fueron cometidas sistemáticante por las tropas alemanas, y el holocausto que no se interrumpe, obstaculizando incluso con los trenes llenos de víctimas para los campos de concentración las maniobras militares defensivas. Una especie de locura que el nombre Armagedón recoge en su significado de lucha final y que para millones de personas en ese momento representaba todo el futuro inmediato al que podían aspirar.

Un poco más de medio siglo nos separa de esta Europa doliente, y ahora pareciera que estas luchas y odios pertenecen a siglos pasados. El éxito de la Unión Europea ha aventado los temores de nuevos conflictos en estas tierras, pero hace poco las cosas eran muy diferentes, tanto que es menester recordarlo y estudiarlo para extraer de ello nuevas enseñanzas para un futuro mejor. “El Volkssturm alistó a miles de niños y ancianos para el servicio activo. Cuando Joseph Volmar, que tenía entonces diecisiete años, se presentó a la revista matinal de su escuela de planeadores de la Luftwaffe, situada a las afueras de Königsberg, el 20 de enero, le hicieron dirigirse, a la carrera, junto con el resto de su clase, a la estación más cercana, lo que supuso una marcha de tres kilómetros bajo una violenta nevada. Subidos en un tren, se abrieron camino hasta la ciudad por entre una muchedumbre de civiles aterrorizados, y al llegar los hicieron desfilar ante un angustiado capitán de infantería. “Hombres, niños o lo que quiera que seáis –dijo éste-: os han asignado a mi mando para acometer la heroica defensa de Kónigsberg, y espero que sepáis estar a la altura cuando llegue la hora de combatir”. Les proporcionaron fusiles largos franceses de 1914, así como veinticinco balas. A uno de ellos, que no pasaba de ser un niño, le dieron una ametralladora. Mal que pesara a su sargento, la única munición disponible para ésta era de fabricación polaca. Después de aquello, los condujeron a aun autobús urbano, al cargo de un dirigente de las Juventudes Hitlerianas, que los llevó, pausadamente, por entre las calles de la ciudad. Cierto suboficial los engatusó para que se pusieran a cantar, y todos acabaron entonando a coro Edelweiss, sin apenas convicción…” (pag.427)

El panorama que ofrece el autor abarca todos los ángulos posibles, y muestra el horror de la guerra como si de un gran mural se tratara: “las dotaciones de los vehículos blindados rusos gustaban de cantar cierta canción teñida de humor negro. “Nos vuelan las piernas y nos incendian la cara”, rezaba uno de sus versos. Vladimir Dobroradov, amigo de Ivánov y, como él, dirigente de una unidad blindada, fue quien guió a su columna por entre las calles de Danzig. Después de la batalla, hubieron de amputarle una pierna. Aquel joven de deslumbrante belleza había sido, además, un ferviente bailarín. Cuando despertó de la anestesia, se dejó llevar por la desesperación y suicidó con una pistola de pequeño tamaño. Ivánov estaba convencido de que su camarada había corrido aquella suerte por coquetear, cuando estaba fuera de servicio, con “la mujer de campaña” del jefe de su brigada, quien, despechado, envió a su insolente rival a atacar Danzig en una posición de vanguardia. Ivánov no pudo nunca dejar de pensar en el relato bíblico de Urías, el hitita, al recordar la muerte de su amigo. El jefe de su regimiento, el mismo que había sido objeto de la ira de Pánov, murió también durante aquella ofensiva. Una ciudadana alemana se acercó al coronel y le disparó a quemarropa, a modo de venganza tras haber sido víctima de violación por parte de los soldados soviéticos. “Pasaban cosas así –recuerda Ivánov encogiéndose de hombros-. Sobre todo entre los de la cuadrilla de Rokossovski [general soviético], porque él lo permitía”. La mujer vivó para exponer sus motivos, y acto seguido la atravesaron con una bayoneta.” (pag. 697)

Me he tomado el trabajo de transcribir estas citas para que se vea, de primera mano, como Hastings enhebra su relato con los informes que le han proporcionado, a lo largo de su investigación, los diferentes testigos que tuvo ocasión de entrevistar. En general los datos que ofrece, de las campañas y de las estrategias políticas de los gobiernos en lucha, coinciden con los de otros autores. En esto el libro no aporta nada nuevo, pero sí resulta importante los cientos de testimonios que van desgranando el horror de la guerra y la inercia de los acontecimientos. Alguien podría pensar que esta clase de libros están fuera de época, son anacrónicos, y sólo merecen leerse por una pequeña minoría de estudiosos o fanáticos de la historia militar. Nada más alejado de un enfoque correcto, creo yo. La historia reciente puede parecer antigua, pero sigue siendo reciente, cincuenta años no son nada, y olvidar lo que sucedió hace poco es un pecado que paga con nuevos sufrimientos. Aquellos que no conocen la historia están condenados a repetirla, y los hechos son tan graves que merecerían ser irrepetibles… por ello hay que tenerlos presente y que ellos formen parte del bagaje cultural de todo europeo que sin olvidar su triste pasado sabe encarar el futuro con esperanza.

Ficha bibliográfica.

Hastings(2004), Max Hastings, "Armagedón. La derrota de Alemania 1944-1945", Crítica, Memoria Crítica, www.ed-critica.es, Barcelona, 2005, pp.855, Tit.Orig: Armageddon. The Battle for Germany, 1944-1945.

martes, 13 de marzo de 2007

K.Ishiguro. Cuando fuimos huérfanos

Esta novela de Kazuo Ishiguro, autor de nombre y aspecto japonés, pero que desde los seis años vive en Inglaterra, y por lo tanto su formación y pensamientos son ingleses, la acabo de releer; y puedo asegurar que resiste la prueba cum laudae. Un famoso detective londinense que siente la llamada de su infancia, allá lejos, en Shangai, y vuelve a investigar como es que se quedó huérfano de padre y madre. Ishiguro describe el clima amenazante de entreguerras, cuando la invasión japonesa a China amenazaba también a Shangai y la Colonia Internacional de europeos y americanos semejaba una isla rodeada dentro de la ciudad bombardeada. Sin embargo no es una novela de detectives ni tampoco de guerra, es la descripción de una vida que se encuentra a medio camino entre las dos civilizaciones. Quizá tenga algo de autobiográfico, aunque tampoco es necesario indagarlo, ya que, en el fondo, algo parecido le sucede a quienes han vivido una parte prolongada de su existencia en otro país y otra cultura. El estilo de Ishiguro tampoco es de esta época, recuerda en personajes y situaciones a novelas más propias del siglo XIX, y a veces el lector no sabe bien si el autor está bromeándonos, con un guiño de complicidad, o si la situación es coherente con toda la trama de la novela. Es un libro curioso, de difícil factura, a pesar de su sencillez y claridad. Si tuviera que agruparlo, en mi biblioteca, no por autor ni por tema, sino por afinidades ocultas, quizá lo pondría con los libros de Sebald. Siendo muy distintos, transmiten la misma sensación de desarraigo y objetividad. Pero estas reflexiones son muy subjetivas, así que el lector tendrá que llegar a sus propias conclusiones, si aborda esta obra.

Ficha Bibliográfica:

Ishiguro(2000), Kazuo Ishiguro, "Cuando fuimos huérfanos", Anagrama, Panorama de Narrativas, Barcelona, 2001 pp.401, Tit.Orig: When We Were Ohrphans , También edición en Círculo de Lectores S.A. www.circulo.es

G.Hacquard. Guía de Roma

Aquí tenemos una magnífica idea plasmada en un útil libro: Guía de la Roma Antigua.

No se trata de una guía turística, para usar cuando se visite la ciudad del Lacio, sino una guía cultural e histórica para cuando uno haga una excursión a la antigüedad: la base de nuestra civilización… que Dios o la Suerte quiera que perdure muchos milenios más.

La Roma eterna o mejor dicho el Imperio Romano en todos sus aspectos: gobierno, instituciones, y vida cotidiana. Son mil cien años de existencia de una comunidad que empezó en los estrechos límites de una pequeña ciudad y llegó a abarcar casi toda Europa y el norte de África más lo que algunos llaman el Cercano Oriente. Tenemos una visión sintética de las clases sociales, el ejército y sus tácticas y estrategias, la religión y los principales cultos; las etapas de la vida tal como se percibían en esos tiempos, las comidas, los trabajos y la medición del tiempo; la literatura y el arte, la vida económica y los gobernantes. En suma, una guía que nos ayuda a comprender y situar otros textos o a mejor relacionar episodios que conocemos, pero que con mentalidad ahistórica tendemos a asimilar a nuestras costumbres y valores.

No debería faltar en la biblioteca de toda persona culta, y menos aún en la que se interese por el mundo antiguo.

Ficha Bibliográfica

Hacquard(1952), Georges Hacquard, "Guía de la Roma Antigua", Edit. Centro de Lingüistica Aplicada ATENEA, Madrid, www.editatenea.com, 3ra. edición revisada y corregida, noviembre 2003, Introducción, Traducción y Notas de Matilde Rovira Soler, pp.271, Tit.Orig: Guide Romain Antique de Georges Hacquard, J.Dautry y O.Maisani, Hachette

domingo, 11 de marzo de 2007

W.G.Sebald. Destrucción y literatura

De Sebald ya comenté otros libros en este Blog. Es evidente que el escritor, muerto en accidente automovilístico a principios de este siglo, me interesa. Considero que tiene estilo y que además lo pone al servicio de contar cosas; aunque a veces su manera de escribir resulte demasiado lenta para nuestro gusto actual, casi moroso. Es un autor para leer sin preocuparse del tiempo y que necesita relecturas, a veces triples, de algunos de sus párrafos. Al compás de su éxito en los lectores de habla española se han ido publicando nuevos libros que en realidad son anteriores a los primeros editados; sin embargo éste es relativamente reciente, ya que la primera edición, en lengua alemana, es de 1999. Este libro se basa en una serie de conferencias pronunciadas por Sebald en Zurích, 1997, aunque el autor aclara que han sido modificadas para la edición en forma de libro. Básicamente lo que resulta de interés para el público no alemán es la descripción de los efectos psicológicos en la población del programa de bombardeos aliados sobre las ciudades alemanas, durante la segunda guerra y cómo los autores y literatos alemanes prefirieron, durante décadas, dejar de lado el tema, por otro lado tan importante. El libro comienza con una frase de un polaco, algo quizá paradójico aunque presumo que no fue casualidad la elección (teniendo en cuenta que Polonia fue probablemente el país más maltratado por la invasión alemana y rusa): “El truco de la eliminación es el reflejo defensivo de cualquier experto.” Stanislaw Lem.

Lem que nació en 1921, murió varios años después que Sebald, en el 2006 y es el famoso autor de Solaris, el libro que se convirtió en dos películas, una de un ruso y la segunda de un norteamericano.

Sebald describe la magnitud del ataque aereo sistemático, la apatía de la población, la omisión de los intelectuales alemanes a lo que estaba sucediendo, todo con pinceladas que, curiosamente, dejan recuerdos en nuestra memoria como si los detalles hubiesen visto por nosotros mismos: “Sitg Dagerman, que en el otoño de 1946 informaba desde Alemania para la revista Expresen, escribe desde Hamburgo que viajando en tren, a velocidad normal, estuvo contemplando durante un cuarto de hora un paisaje lunar entre Hasselbrook y Landwehr y no vio un solo ser humano en aquella inmensa zona incontrolada, quizá el campo de ruinas más horrible de toda Europa”. El tren, escribe Dagerman, como todos los trenes de Alemania, estaba muy lleno, pero nadie miraba afuera. Y a él lo reconocieron como extranjero porque lo hacía” pág.39

No es un libro de guerra, ni historia el proceso. En realidad es un libro de un escritor que habla de otros escritores y de las circunstancias excepcionales que vivieron… y sin embargo omitieron en su producción literaria. Su nombre en alemán describe mejor su contenido: Luftkrieg und Literatura, es decir “La guerra aérea y la literatura”. No termino de entender porque los editores en español no se limitan a traducir el título, en vez de inventarse otro; tarea que suele resultar mucho peor que el original.

Este libro que se lee en poco más de dos horas, tiene sólo 140 páginas de narración, eliminado las de portada y las dedicadas a sus notas; pero, no obstante, no se olvida pronto, sobre todo si el lector está interesado en los cataclismos contemporáneos producidos por el hombre, que no por la naturaleza.

Ficha Bibliografía:

Sebald(1999), W.G.Sebald, "Sobre la historia natural de la destrucción", Anagrama, Panorama de Narrativas, Barcelona, 2003, pp.159, Tit.Orig: Luftkrieg und Literature, Carl Hansen Verlag, Munich, 1999

viernes, 9 de marzo de 2007

Los Medvedev y R.Service se meten con Stalin



Alguien, de cuyo nombre ahora no me acuerdo, afirmó que el poder corrompe, y añadió a continuación, “el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y todos los indicios que ofrece la experiencia política del pasado avalan estas palabras; difícilmente algún gobernante se escapa de esta regla, y si se escapa, habría que ver si no murió demasiado joven o no fue investigado lo suficiente.

No obstante que la mayoría de los humanos actuales, por lo menos de esta parte del mundo, tenemos la misma sensación: los dictadores absolutos nos atraen como a algunas personas las serpientes. ¿Qué hay debajo del interés por esta clase de gente? Quizá la respuesta de los historiadores sea muy variada, y probablemente existan muchas razones para avalar estos estudios; además de ellas es evidente, para mi, que hay un poco de morbo en el asunto. Un dictador absoluto es como alguien que le tocó el premio mayor de lotería y a partir de su poder puede hacer lo que quiera, algo que aunque malo… es muy atractivo. En mi caso hay tres dictadores absolutos que me atraen (Lénin, Stalin y Hitler) y aunque puedo alegar razones bastante racionales, no puedo negar, si quisiera ser absolutamente franco, que también me interesa conocer como vivieron y que sentían estos personajes que tenían bajo su férula millones de personas y que con un solo gesto podían hacer pasar a mejor vida a cuantos quisieran. Esta gente es normal, aunque no del montón; más es el poder absoluto el que los eleva hasta el grado de semidioses que pueblan, irremediablemente, nuestro olimpo post moderno.

De los tres citados el único intelectual es el primero Vladimir Ilich Ulianov, conocido por su nombre de clandestinidad: Lénin, (sus obras completas de más de 200 tomos lo acreditan como pensador),. El segundo, Iosif Vissarionovich, de apodo Stalin, es un ex seminarista y por lo tanto con educación religiosa, y el tercero Adolf Hitler, es un artista (bastante bueno en sus acuarelas, según algunos autores) que eligió la política como terreno propício para practicar su concepto del arte. Resumiendo: un intelectual que se sentía cómodo escribiendo no sólo de política sino también de filosofía; un hombre formado en la religión cristiana, y que elige una mejor manera, según su manera de pensar, para traer el reino de Dios sobre la Tierra; y un artista, pintor y arquitecto, dispuesto a crear un gran nación y un nuevo tipo de hombre.

De este trío mortal hoy comentaré dos libros que tratan del segundo: Stalin.

Los hermanos Medvedev son dos escritores disidentes del viejo régimen, uno, Zhores, bioquímico e historiador, el otro, Roy, historiador y autor de una monumental historia de la Unión Soviética. En este libro, publicado originalmente en el 2003, aportan nuevos documentos para comprender la figura del dictador con cara campechana: “El Stalin desconocido”. Un apasionante texto para comprender algo mejor esta figura: “Stalin fue un gobernante, un dictador y un tirano. Pero tras el manto del culto a la personalidad del déspota también había un personaje de carne y hueso. Sin duda fue cruel y vengativo pero también tenía otras cualidades: Stalin era un hombre reflexivo, calculador y muy trabajador que poseía una voluntad de hierro y una considerable capacidad intelectual: era, sin duda, un patriota preocupado por mantener la hegemonía del estado ruso” (de la Introducción).

Este libro da un punto de vista radicalmente diferente a la mayoría de las interpretaciones sobre su supuesta pérdida de control cuando la invasión nazi del 22 de junio de 1941; según los autores, que se apoyan (por supuesto) en nuevos datos, no fue así. Stalin dio crédito a la información de inteligencia que avisaba del inminente ataque, tomó medidas en consecuencia y no se dejó llevar, por la desesperación como es vox populi creer. Esta versión de la historia, que se basa en los relatos de Jrushov, es muy poco convincente para los autores del libro que comento. Es interesante cotejar lo que ellos escriben con lo que aparece otros libros de historia basados en documentación menos actualizada.

El libro no abarca toda la biografía de Stalin, se centra sólo en algunos acontecimientos y decisiones: la muerte de Stalin y sus misterios, el papel del dictador con las armas nucleares, el caso de Stalin y Lisenko, el asesinato de Bujarin, y otros temas espigados de la historia del tirano y la Unión Soviética que lo sufrió durante más de dos décadas.

El que sí abarca toda su vida es el otro libro, el de Robert Service, “Stalin, una biografía”. Service ha escrito otros libros como el dedicado a Lénin, y en general a la historia de Rusia en el siglo XX. Es un escritor de Oxford y miembro del British Academy.

El autor también ha investigado en los archivos de Moscú, cuando fueron abiertos luego de la caída de la URSS, y por lo tanto conoce los datos aportados por el libro antes comentado, téngase en cuenta que ha sido publicado en versión original en el 2004. Service abarca toda la vida de Stalin, desde su infancia bastante desgraciada, hijo de padre alcohólico, pasando por el Seminario, su juventud revolucionaria y su unión a los bolcheviques. Cuando en 1928 llega al poder supremo, Stalin ya tiene 50 años y una larga historia de lucha y trapos sucios por detrás (incluyendo su etapa como asaltante de bancos). Stalin ansía el poder y domina el aparato del partido comunista, evitando que su gran oponente, Trotski, el hombre destinado a ocuparlo, lo haga. Así desde que alcanza el poder se dedica a consolidarlo hasta alcanzar la categoría de lo absoluto. Nada ni nadie, que tuviese importancia científica, cultural o política podía hacerse en la URSS sin su permiso y bendición. Un hombre que también leía muchísimo y de muchos temas, y que trabajaba de sol a sol, en un ambiente de austeridad que curiosamente era bastante similar al de Hitler. Por otra parte sabemos hoy que existía, a pesar del antagonismo manifiesto y la lucha a muerte, un respeto compartido entre los dos dictadores; Hitler llegó a afirmar en sus conversaciones privadas que el único ruso que realmente valía era Stalin y éste había dado orden a sus servicios secretos que le informaran detalladamente todo lo que hacía Hitler. Interés que iba mucho más allá de lo puramente político y militar.

Es imposible darse una idea de cómo trabajaba y tomaba decisiones Stalin sin situarse en la época y documentarse a fondo. Imaginemos un hombre que mueve todos, absolutamente todos los hilos de un gigantesco país, pero que a su vez no puede estar en todos lados y toda la información que recibe es a través de los documentos que recibía. Documentos que como escribe Service no reflejaban toda la verdad según la percibían sus colaboradores: “Resultaba peligroso presentar informes a Stalin acerca de fenómenos de los que podría haber culpado al informante. Sus colaboradores se autocensuraban cuando se comunicaban con él. Gobernaba a través de instituciones y nombramientos que él mismo efectuaba. Nunca visitó una fábrica, granja o tienda durante los años de posguerra (con excepción de un viaje hasta un mercado en Sujumi, esto tampoco había sido diferente la década de los treinta). No recibía visitas ajenas a su entorno político, salvo por la breve estancia de sus amigos de la infancia en una de sus dachas del Mar Negro. Se relacionaba con la URSS y el movimiento comunista mundial a través de documentos que revestían la forma de decretos, informes y denuncias. No podía saberlo todo” (pag. 497).

A pesar de ello la gestión de Stalin no fue catastrófica aunque sí tuvo resultados terribles para millones de personas de su país y de Europa. Levantó un imperio de posguerra que dividió el continente europeo y le dio una influencia decisiva en Asia. Dirigió con mano de hierro el comienzo de la guerra fría y sentó las bases para que el imperio comunista durara mucho más de lo que podría haber durado si la represión no hubiese sido tan radical en extirpar todo conato de oposición. Sin Stalin la URSS no habría llegado hasta los 90, y la segunda guerra mundial se habría llevado también por delante el comunismo como hizo con el nazismo. La figura de este hombre es esencial para entender lo que pasó después de la derrota de Hitler, y el mismo crecimiento de EEUU como líder mundial no habría sido posible sin la guerra fría que dirigió Stalin desde el otro lado de la mesa. Por lo tanto, no es historia pasada; o mejor dicho, es historia actual, con repercusiones que aún duran y con ejemplos de toda clase, que lamentablemente, siguen estando presentes, con otras caras y con otras ideas. Ideas que, paradójicamente, se acercan mucho a su época de seminarista… así es la historia, a veces parece que tiene humor, aunque sea de una ironía difícil de causar gracia.

Fichas bibliográficas:

Medvedev(2003), Zhores A. Medvedev y Roy A. Medvedev, "El Stalin desconocido", Crítica, Memoria, Barcelona, 2005, pp.366, www.ed-critica.es, Tit. Orig: The Unknown Stalin, I.B.Tauris and Co.

Service(2004, Robert Service, "Stalin. Una biografía", Siglo XXI de España. Madrid, 2006, pp.708, Trad. Susana Beatriz Cella, Revisión Patricia Varona Codeso, Tit.Orig: Stalin. A biography, Macmillan, Pan Macmillan Ltd.

miércoles, 7 de marzo de 2007

J.K.Galbraith. La economía del fraude inocente

Me gustaría llamar la atención sobre un pequeño librito que se lee en un periquete (lo cual deja bastante tiempo para releerlo, porque su aparente sencillez y claridad es en realidad un inteligente resumen, muy resumido por cierto, de los males invisibles que nos aquejan). Se trata de uno de los últimos escritos por John Kenneth Galbraith, economista y político que posiblemente la mayoría de los lectores de este blog (una selecta minoría de minorías) tendrán noticia. Esta interesante figura de nuestro tiempo falleció el 29 de abril del 2006 y con él se fue un trozo importante de nuestra historia reciente. Y para aquellos que no tengan idea de quien hablo, aquí transcribo un fragmento, muy pequeño de su biografía: “Consejero de los presidentes Roosevelt, Truman, Kennedy y Clinton; y asesor de los candidatos demócratas McCarthy y McGovern. Profesor del candidato presidencial demócrata en 1952 y 1956 Adlai Stevenson. Director de la Oficina del departamento Estatal de Política Económica (1946). Editor de la revista Fortune (1943-1948). Embajador en la India (1961-1963) bajo mandato de Kennedy. Presidente del National Institute of Arts and Letters (1984-1987). En 1972, es elegido presidente de la American Economic Association. También formaba parte de la agrupación Americans for Democratic Action (1967)” (extraído de http://www.eumed.net/cursecon/economistas/galbraith.htm).

Como podéis apreciar Galbraith da para mucho. Pues bien, este libro publicado en el 2004 en su lengua original, tiene sólo 119 páginas, incluyendo el índice y siete de libros y escritos del autor, escrito con letra grande, que se agradece para los que pasan de los cuarenta, y en un estilo tan sencillo que sólo es propio de los grandes profesores que ya no pretenden impresionar a nadie porque están al cabo de la calle en lo que a honores se refiere.

Es un libro impactante, no porque revele escándalos ni acuerdos secretos sino porque muestra que hay un inmenso fraude en nuestra sociedad, tan gigantesco que incluso aquellos que participan activamente se lo creen (de ahí el adjetivo de “inocente” con que califica a este fraude). Se habla de economía de mercado, como entidad multipolar que gobierna los movimientos de las empresas y los flujos de capital, y según Galbraith ésta no existe, y hace ya mucho tiempo que dejó nuestro planeta. Son las grandes corporaciones las que dominan y manipulan al mercado y a los Estados. Estas corporaciones no están al servicio del mercado, ni del consumidor, sino que lo organizan para crecer más y más, persiguiendo sus propios objetivos de desarrollo. Objetivos plutocráticos y políticos aunque en ellas lo político no es esencial, sino sólo una forma más de intervenir y dominar el mercado. La importancia de la clase empresarial dirigente se hace visible, de tanto en tanto, en los grandes escándalos como los de Enron, Worldcom o Arthur Andersen; éstos desgarran temporalmente la niebla que cubre la cúpula del poder y permite observar sus entrañas a los simples mortales.

Sinceramente yo soy un admirador del mundo libre, el que es fruto de siglos de luchas contra los poderes de la monarquía y la iglesia; un mundo que ofrece posibilidades a los humanos que recuerdan y a la vez mejoran los gloriosos momentos de la humanidad prefeudal cuando el mundo antiguo parecía alcanzar un desarrollo sostenido en paz y creciente libertad; por eso presto atención a las voces autorizadas (autorizadas por la experiencia política y el esfuerzo intelectual en entender los entresijos de nuestro mundo), y tengo que decir que este pequeño libro de Galbraith contiene suficiente materia de reflexión como para alertarnos sobre aquello tan cotidiano que ni siquiera somos consciente de que permanece.

Extraigo un párrafo de este sugerente texto: “La soberanía del consumidor es, quiero repetir, una idea que todavía se considera válida en las facultades de economía y, por lo general, se apela a ella para defender el actual sistema económico. Los académicos están apegados a sus curvas y ecuaciones. En alguna ocasión, describir lo que ocurre en realidad me convirtió en objeto de las críticas de adustos expertos en la materia, que me indicaron que la publicidad y las técnicas de venta eran absolutamente irrelevantes. La curva de la demanda estaba en lo cierto: quien llevaba la batuta era el consumidor. Una y otra vez se me recordó con severidad que incluso la todopoderosa Ford Motor Company no había conseguido convencer a los consumidores de que compraran el Edsel, el sofisticado automóvil bautizado en memoria del antiguo presidente de la compañía Edsel Ford. El Edsel era una prueba de la soberanía del consumidor, cuyo poder ni siquiera un Ford podía subvertir.

La creencia en una economía de mercado en al que el consumidor es soberano es uno de los mayores fraudes de nuestra época. La verdad es que nadie intenta vender nada sin procurar también dirigir y controlar su respuesta.” (pág.32)

El libro se despide con melancólicas palabras, que dada la edad del autor, tienen toda la característica de las últimas palabras de un sabio (o lo más parecido a ello que puede existir en nuestra época); reconoce el progreso humano y el tremendo adelanto de nuestros tiempos, pero alerta contra las nuevas guerras y las masacres que nos esperan. No obstante, como no podía dejar de ser para un pensador y a la vez protagonista de muchas luchas políticas, termina afirmando que es posible hallar soluciones. Soluciones que surjan de la combinación de pensamiento y acción. Unámonos a su optimismo, necesario para seguir en la brecha, pero recelando de aquellos que nos venden verdades hechas, provengan del radicalismo religioso, del nacionalismo político o del integrismo académico. Una actitud de cierta distancia crítica es necesaria en un mundo agitado por demasiadas pasiones ideológicas.

Ficha Bibliográfica:

Galbraith(2004), John Kenneth Galbraith, "La economía del fraude inocente. La verdad de nuestro tiempo", Crítica, Barcelona, 2004, pp.119, www.ed-critica.es, Tit.Orig: The Economics of innocent fraud. Truth for Our Time, Houghton Mifflin Company

Nota: sobre otro libro de Galbraith "Con nombre propio" ver en el Cajón de Watson

martes, 6 de marzo de 2007

W.Murray y A.R.Millet. La guerra que había que ganar


Dar una opinión, hacer un comentario, transmitir un estado de ánimo provocado por un libro es algo muy subjetivo. No existen patrones precisos; se puede dar el número de hojas y en esto no hay duda, pero ya al considerar la tipografía entran los gustos personales y también los achaques, ya que no resulta la misma apreciación si se tiene buena vista o menos buena cuando se analiza un libro bien diagramado, pero con letra pequeña. Todas estas consideraciones tienen que ver con el “excelente” libro de W. Murray y A. Millet. Para mi es excelente, pero tampoco puedo afirmar que resulte igual para otros. ¿Por qué lo considero muy bueno? Primero de todo porque está bien escrito, y esto ya es muy importante, aunque no definitivo. Segundo porque tiene humor, no del que hace reír, sino de aquel más sutil que resulta de leer entre líneas y divertirse con apreciaciones a veces muy descalificativos pero dichas como si fuese algo casi natural debido a las circunstancias del personaje. Tercero porque ofrece una visión de la Segunda Gran Guerra muy completa y a la vez lo suficientemente sintética como para encerrarse en un solo libro, aunque algo grueso, eso sí. Cuarto porque está escrita para profesionales, para militares de carrera, y por lo tanto no tiene pelos en la lengua al juzgar a las grandes figuras de la historia en sus aciertos y desaciertos. Y quinto, y aquí me detengo, más que nada para no abrumar al lector, porque ofrece un panorama no sólo bélico sino político y también psicológico de los actores de ambos bandos, sino objetivo, por lo menos desapasionado y realista.

Naturalmente se nota que los dos autores, catedráticos del Institute for Defense Analysis de Washington y de la Ohio State University, con numerosos libros publicados, son norteamericanos, y tratan con simpatía a Eisenhower, figura clave de la guerra y figura clave de la posguerra, mientras si fueran ingleses, por ejemplo, no lo verían con tan buenos ojos para destacar, en cambio, la del Mariscal Montgomery. Como siento cierta antipatía por el citado Mariscal, comparto prejuicios con los autores y por lo tanto me parecen muy objetivos. Pero al que le gusta la historia, y en particular no rechaza la historia militar, ya está habituado a estos juicios de valor y a sus variaciones dependiendo de la nacionalidad del analista, así que esto es normal.

Además, y esto es importante, los autores son muy críticos con los propios generales en diversas ocasiones y creo sinceramente que no pecan de nacionalistas, por lo menos en grado importante. Por ejemplo lean esto: “De los comandantes de alta graduación en la Pacífico, MacArthur era el menos cualificado, según criterios militares rigurosos, para interpretar un papel importante. Había pasado sus primeros 14 años en el ejército como ingeniero. En la primera guerra mundial había servido en calidad de jefe de estado mayor de división, comandante de una brigada de infantería y, durante dos semanas en las que no se libró ningún combate, comandante de división en funciones. Después de cinco meses de luchar en Francia, MacArthur no volvió a servir en campaña y debido a la prematura ascensión al generalato y las misiones que se le encomendaron se perdió la rigurosa educación militar profesional de los años de entreguerras. Era un general-empresario teatral, un hombre cuya mayor inclinación era sermonear sobre geopolítica en vez de ejercer de general” (pag.237)

El libro cuenta las principales operaciones de esta sangrienta guerra, describe los movimientos de los ejércitos, la guerra en el mar y en el aire, y las principales batallas; pero también muestra a los hombres que se enfrentaron con sus peculiaridades, genialidades y grandes defectos. Es en la precisión y sencillez de estos bocetos donde los autores trascienden la esfera profesional y creo puede llegar al público inteligente pero no particularmente interesado por los acontecimientos bélicos: Churchill intimidaba a sus colegas, les daba la lata y les hacía trabajar incesantemente, en su persecución de la victoria. No era hombre de trato fácil en las mejores circunstancias y bajo las presiones de la guerra a veces era insoportable. Su relación con su principal asesor militar, el jefe del Estado Mayor Imperial, el mariscal de campo sir Alan Brooke, llegaba con frecuencia al borde de la ruptura total. Y, a pesar de ello, Brooke, en su diario a menudo mordaz, captaba atisbos del genio churchilliano; sobre un encuentro a altas horas de la noche con el primer ministro escribió: “[Churchill] tenía el gramófono en marcha y vestido con su bata multicolor, con un bocadillo en una mano y un poco de berro en la otra, trotaba una y otra vez alrededor de la sala y daba saltitos al compás del gramófono. Cada vez que llegaba cerca del hogar, se detenía para soltar alguna cita o pensamiento de las que no tienen precio. Por ejemplo, citó un dicho según el cual la vida de un hombre es como andar por un pasillo con ventanas cerradas a ambos lados. Al llegar a cada ventana, una mano desconocida la abre y la luz que entra no hace más que incrementar por contraste la oscuridad en el extremo del pasillo””(Pág. 300)

La historia es una fuente inagotable de experiencias que nos iluminan, abruman y a veces nos entusiasman. Un buen libro de historia es la mejor de las novelas, ya que difícilmente una mente puede imaginar tantas cosas extrañas como las que han sucedido. Este libro merece estar en nuestra biblioteca, es todo lo que puedo agregar.

Ficha biblográfica:

Murray(2000), Williamson Murray y Allan R. Millet, "La guerra que había que ganar", Editorial Crítica, Colección Memoria Crítica, Barcelona, 1ra.Edición marzo 2002, 2da. Edición junio 2002, pp. 736, Traducción de Jordi Beltrán Ferrer, www.ed-critica.es, Tit.Orig: A War to be Won, The President and Fellow of Harvard College, 2000.

Nota: Actualmente existe una edición de bolsillo, de tipografía bastante legible, aunque sin las fotos de la edición encuadernada, que es la que recomiendo.

jueves, 1 de marzo de 2007

Nigel Barley. El antropólogo inocente

Nigel Barley, un antropólogo primerizo (en este libro) se va por un año a África, concretamente a Camerún, a su primera experiencia de trabajo de campo en un tribu llamada Dowayo, poco estudiada. Hasta aquí todo normal; pero resulta que Nigel es un buen escritor y cuando volvió de su investigación consiguió que el Museo Británico le editase un libro con sus trabajos y dificultades de ese año.

Tuvo un inesperado éxito y la editorial Penguin decidió publicarlo también, en su colección de bolsillo… y de ahí a la celebridad. Ha escrito varios libros (de los cuales he tenido el placer de leer algunos), pero sigo opinando que éste, el primero, es el mejor de todos. Quizá porque no esperaba ser leído y sólo se limitaba a contar sus perplejidades y pequeñas desgracias en un mundo desconocido y aunque no hostil bastante indiferente a sus dificultades para entenderlo: “Las primeras impresiones son muy importantes. Aquel que no tenga las rodillas color marrón será despreciado por todo tipo de gente. Sea como sea, lo que yo tomé como un mozo entusiasta se apoderó prontamente de la bolsa donde llevaba mi cámara fotográfica. Al contemplar cómo en un abrir y cerrar de ojos desaparecía en la distancia, hube de reconsiderar mi juicio inicial y emprendí la persecución utilizando todo tipo de frases inusuales en la conversación diaria. “Au secours! Au voleur!”, gritaba yo. Afortunadamente, el tráfico lo detuvo y pude darle alcance. Empezamos a forcejear. Un súbito golpe que me abrió un lado de la cara y el abandono de la bolsa por su parte pusieron fin al altercado. Un solícito taxista me llevó entonces al hotel por sólo cinco veces el precio normal de la carrera.”(pág.32)

Evidentemente esta no es una monografía etnográfica común, sino seguiría durmiendo en las estanterías del Museo Británico, y por lo tanto puede resultar muy interesante para aquellas personas que no tienen tratos con los antropólogos y una idea muy somera de cuales son sus actividades. Además el autor es capaz de comunicar sus sentimientos al lector y éste lo acompaña casi como si estuviera realizando su primer trabajo de campo en un mundo muy colorido, pero francamente incómodo.

Ficha Bibliográfica:

Barley(1983), Nigel Barley, "El antropólogo inocente", Anagrama, Crónicas, Barcelona, 1989, 8ª edición 1995, pp.237, Tit.Orig: The Innocente Anthropologist. Notes from a Mud Hut. British Museum Publicationes Ltd, London