miércoles, 21 de marzo de 2007

B.Bryson. Una breve historia de casi todo


Los que tendemos hacia las “humanidades” solemos desechar los temas científicos puros y duros, y es una pena, porque ellos aportan una dosis de realidad y de conocimiento que difícilmente podríamos obtener por otro lado. Por eso, de tanto en tanto, me sumerjo en un buen libro de divulgación y me entero de muchas cosas que me dejan perplejo (en el buen sentido del término). Éste es uno de ellos.

El autor, Bill Bryson, es un autor de viajes (según se describe en la solapa) y de hecho el libro invita a un viaje por los descubrimientos de las ciencias en estos últimos años: nuestro universo, este planeta, y la vida que contiene.

Para conocer el desarrollo de la vida hay que aprender a golpear en la puerta de diferentes ciencias específicas: la química, la física, la geología, etc. etc., y con Bryson recorremos en rápida síntesis las formas de vida que crecieron antes, y paralelamente a la especie humana. El libro está lleno de anécdotas (¡Qué sería un viaje sin ellas!) y quizá este estilo ha contribuido a la buena acogida con que el público de diversos países lo recibió: “Hubble murió de un ataque al corazón en 1953. Le aguardaba una última y pequeña rareza. Por razones ocultas en el misterio, su esposa se negó a celebrar un funeral y no reveló nunca lo que había hecho con su cadáver. Medio siglo después, sigue sin saberse el paradero de los restos del astrónomo más importante del siglo. Como monumento funerario, puedes mirar al cielo y ver allí el telescopio espacial Hubble, que se lanzó en 1990 y que recibió ese nombre en honor suyo” (pag.133)

El libro no se limita a documentar el extraordinario desarrollo científico de las últimas décadas, sino también el impacto que en el medio ambiente provoca el uso tecnológico cada vez más sofisticado. Vivimos una revolución científica como nunca existió en la historia; esto es magnífico, sólo que también podemos provocar desastres inimaginables como consecuencia de este mismo poder resultado de la unión productiva entre conocimientos y tecnología: “En 1995, unos 37.000 buques pesqueros de tamaño industrial, más un millón de embarcaciones más pequeñas, capturaban el doble que veinticinco años antes. Los arrastreros son hoy (2003) en algunos casos tan grandes como cruceros y arrastran redes de tal tamaño que podría caber una de ellas una docena de reactores Jumbo. Algunos emplean incluso aviones localizadores para detectar desde el aire los bancos de peces. Se calcula que, aproximadamente, una cuarta parte de cada red que se iza contiene peces que no pueden llevarse a tierra por ser demasiado pequeños, por no ser del tipo adecuado o porque se han capturado fuera de temporada. Como explicaba un observador en The Economist: “Aún estamos en la era de las tinieblas. Nos limitamos a arrojar la red y esperar a ver que sale”. De estas capturas no deseadas tal vez vuelvan a echarse al mar, cada año, unos 22 millones toneladas, sobre todo en forma de cadáveres. Por cada kilo de camarones que se capturan, se destruyen cuatro de peces y otras criaturas marinas.

Grandes zonas del lecho del mar del Norte se dejan limpias mediante redes de manga hasta siete veces al año, un grado de perturbación que ningún otro sistema puede soportar… “(pág.274)

Como buen libro de divulgación no se detiene en cómo se obtienen los conocimientos científicos sino también cuenta para que sirven y como se usan en la vida real. El ciudadano de a pié poco puede hacer para evitar estos desastres; pero en tanto formamos parte de una comunidad mayor importa si conocemos lo que está pasando o sólo nos quedamos en nuestra burbuja personal En tanto individuos nadie es responsable de la suerte de la especie (¡menuda responsabilidad sería!); pero de alguna forma indirecta, lenta y casi mágica, las opiniones que la gente tiene sobre el mundo termina pesando y modificando irreversiblemente la historia humana. Véase si no lo que sucedió con la esclavitud (que duró miles de años) y con otros pequeños y grandes adelantos que hemos ido logrando en el sangriento siglo XX transcurrido. Lejos de provocar innecesaria culpa el autor muestra lo que intuimos de manera clara y precisa: estamos mucho mejor que hace siglos, pero corremos serios peligros si seguimos ciegamente las fuerzas del mercado.

“Como somos tan notoriamente descuidados en lo de cuidar de los seres, cuando están vivos y cuando lo están, no tenemos idea (realmente ninguna en absoluto) de cuántas especies han muerto definitivamente, o pueden hacerlo pronto, o nunca, y qué papel hemos desempeñado en cualquier parte del proceso…” (pag.455) y forma parte del conocimiento científico, y de su divulgación popular, evaluar, también, el grado de nuestra ignorancia respecto de los temas vitales que nos preocupan. Un conocimiento muy valioso (“saber lo que no se sabe”) para hacernos más prudentes en tantas medidas cruciales que los gobiernos están tomando en diferentes cuestiones sociales, científicas y tecnológicas. Las buenas ventas de este libro quizá sea un signo esperanzador de la existencia de un número creciente de personas que quieren saber más y más de su entorno y de la vida en general. Por eso el libro merece un lugar en nuestra biblioteca; y si no podemos permitirnos el gasto, por lo menos pedirlo en la biblioteca pública más cercana (y si no lo tienen… ¡que lo compren! sacrificando una parte de su presupuesto para novelas)

Ficha Bibliográfica:

Bryson(2003), Bill Bryson, "Una breve historia de casi todo", RBA, Barcelona, mayo 2005, www.rbalibros.com, pp.511, Tit.Orig: A Short Hystory of Nearly Everything Nota: Ganador del primeo Aventis para libros de ciencia 2004. Existe una edición posterior ilustrada (y bastante más cara).

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