Como hace unos días comenté dos libros del profesor Goldsworthy, sobre el ejército romano y sus generales, me siento obligado a no omitir este otro, del profesor de la Sorbonne IV de París Yann le Bohec, nacido en Cartago, en la Tunicia Francesa de otra época en plena guerra mundial, 1943. Este profesor, un especialista en historia militar antigua, es el autor de esta traducción al español, que actualmente va por su tercera edición. Es un excelente libro que tampoco debe faltar en una buena biblioteca. En realidad el ya mencionado de
Goldsworthy complementa a éste, más erudito, menos popular, en tanto el primero está en una edición de color y con láminas que ayudan a imaginar el tema, mientras que el del profesor francés ha sido traducido, también en una edición cuidadosa, pero en la que hecho a faltar el color, tan necesario para observar los detalles, por ejemplo, de la Columna Trajana. Aquí el lector debe proporcionarse necesariamente de una lupa para admirar los detalles que contiene.
Si algún lector de este blog no está iniciado en el tema y cede a la tentación de tener en su poder los dos libros de Goldsworthy y éste que hoy comento… me temo que desarrollará una intensa afición por él; sobre todo si siente alguna predilección por la historia militar. En mi caso no he podido evitar las asociaciones entre diversas costumbres narradas por estos autores y otras que se dieron, sin ir más lejos, en las grandes guerras del siglo XX.
Por ejemplo, cuando Le Bohec comenta: “Si el ejército debe penetrar por un desfiladero, seguir un valle, avanzar por un terreno estrecho, es imposible asegurar con eficacia la cobertura de los flancos; las tropas se estiran, entonces, en un largo cordón. Julio Cesar, en el 57 a.C. (es decir, todavía en la época republicana) debe hacer frente a esa clase de situación en la campaña contra los belgas. Puso a la cabeza a la caballería, los arqueros y los honderos, es decir, a los auxiliares. A continuación va el grueso del ejército constituido por sus seis mejores legiones, después van los bagajes y, por último dos legiones de reclutas. Aunque el autor no habla de ello, no es del todo imposible que la marcha la cerrara alguna cohorte de aliados (es eso lo que han hecho otros conocidos estrategas).” (pág.175)
Pues bien, al leer esta descripción se me vino a la cabeza el tratamiento que las tropas alemanas, en la invasión a la URSS, hacían de las tropas aliadas: rumanos, italianos, españoles, etc. Normalmente estas tropas ocupaban lugares secundarios mientras las alemanas se ocupaban de los puntos vitales. Como se ve, en lo sustancial no hemos cambiado mucho, razón de más para leer la historia antigua con ojos modernos. Nos encontraremos con muchas similitudes cambiando, naturalmente, lo que la tecnología ha obligado a cambiar.
Ficha bibliográfica:
Bohec(1989), Yan le Bohec, “El ejército romano”, Ariel, Barcelona, 1ra. Edición mayo 2004, pp.373, Tit.Orig: L’Armée Romaine, Éditions A. et J.Picard. Nota: en Internet se puede leer que el libro va ya por la 3ª edición.
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