¿Qué puede aportar una lectura actual de un libro sobre el dictador soviético?
Por lo de pronto Walter Laquear revisa toda la información que tenemos, luego de la breve apertura de los archivos rusos (apertura que lamentablemente ha terminado). Todo ello arroja algo más de luz sobre esa parte de la historia rusa tan envuelta en sombras.
La figura de Stalin fue clave en la historia del mundo desde mediados de la década del veinte hasta los años 50, y su sombra se prolongó mucho más tiempo. Así que para cualquier interesado en nuestra época el tema no puede resultarle indiferente, aunque sí algo pasado de moda.
Si tomamos en cuenta que la izquierda europea (y latinoamericana) no ha hecho ningún “mea culpa” sobre su apoyo a la dictadura soviética y su servil aprobación de las iniquidades estalinistas, el tema no ha perdido presencia. Nunca se ha vuelto a hablar de cómo prestigiosos intelectuales occidentales ignoraron las claras señales de las purgas y exterminios cuando estas crueldades provenían de Moscú, e incluso como se contribuyó desde estas tierras, so pretexto de no dar armas al “enemigo”, al silencio sobre lo que pasaba en aquella parte del mundo.
Todo esto es historia pasada… pero sería realmente así si no fuera porque de tanto en tanto asisto al pedido de “perdón” que se reclama a la Iglesia Católica por su participación en diversas iniquidades históricas. Considero que el efecto perverso de esta visión unilateral de la historia nos lleva a imaginar que los hechos políticos son protagonizados únicamente por dos fuerzas claramente definidas y antagónicas: los buenos y los malos. Todo matiz es una señal de estar al servicio de “ellos”.
En este caso también es útil leer el libro de Walter Laqueur, y al mismo tiempo preguntarse como es que desde fuera de la URSS, dónde la mano dura de Stalin no podía llegar, se aceptara por parte de la izquierda comunista los resultados de los juicios de Moscú de 1937, por ejemplo. Lo lógico habría sido un clamor de indignación generalizado, al ver como antiguos y reconocidos dirigentes del partido comunista soviético se auto culpaban de los más absurdos y escalofriantes crímenes. La comparación con los juicios medievales de brujería surge espontáneamente. Sin embargo… nada de eso. Y no sería en este caso por el miedo a que de medianoche te golpearan la puerta los agentes de la seguridad rusa.
Se da el caso que Stalin ha matado más dirigentes comunistas que Hitler, y que ha liquidado más oficiales militares de alta graduación que los muertos por la agresión nazi durante la segunda guerra mundial. Pero todo esto es historia pasada…
Quizá para romper esa complicidad del silencio, aunque sea una quijotada puramente personal, vale la pena leer el libro.
Ficha bibliográfica:
Laqueur(1990), Walter Laqueur, “Stalin. La estrategia del terror”, Ediciones B, www.edicionesb.com, julio 2003, pp.426. Tit.Orig: Stalin.
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