Viajar es la manía más extendida de los pueblos que viven en el primer mundo. El que no viaja o está enfermo, o es pobre como una rata (tanto que ni siquiera puede permitirse un crédito anual para financiarse una semana en el Caribe).
Este vicio se encuentra también en los estratos más acomodados de los países subdesarrollados cuya burguesía no se siente cómoda si no puede mostrar que en algún momento realizó un viaje transcontinental y visitó varias urbes europeas. Naturalmente el gesto se acompaña con abundantes referencias documentales: fotos que muestran a los felices viajeros al costado de cierto monumento; de esos que aparecen en la televisión o en cualquier documental sobre el lugar.
No me parece en si mismo una actitud viciosa; viajar es bueno para ampliar horizontes y para reconocer que no vivimos en el ombligo del mundo. El problema, por llamarlo de algún modo, aparece cuando lo importante es el viaje, y no el lugar hacía donde el viajero se traslada. Es habitual en las agencias de viaje que aparezcan clientes que preguntan, antes que nada, cuales son las ofertas del momento… mostrando así que lo que importa es huir hacia cualquier lado, mientras no salga muy caro.
El libro de Botton es una inteligente reflexión de cómo un viaje puede enriquecernos, si sabemos acompañar el traslado de una actitud correcta y nos obligamos, además, a algunas sencillas aunque esforzadas operaciones para comprender el lugar visitado.
Sugiere, por ejemplo, prescindir un poco de las Guías tan utilizadas; ya que si bien nos indican los mejores lugares para visitar, también, por el mismo proceso nos impiden encontrar, fuera de esos lugares, estímulos adecuados para enriquecer la percepción. La brújula del viajero es su curiosidad, alimentada por sus lecturas y experiencias previas, y justamente las Guías con sus detalladas explicaciones ponen el carro delante del caballo, sustituyendo el interés personal por la descripción tópica y típica.
Cada capítulo de libro está dividido en dos partes: por un lado el autor narra un viaje personal, por el otro utiliza a un escritor conocido para señalar algunos aspectos importantes de la actitud que debe tener el viajero. Actitud que necesita de su trabajo individualizado, que evite la pasividad habitual del que visita, escucha aburrido la explicación de un guía y saca luego unas fotos para mostrar que también ha estado allí.
Un libro estimulante, ya que no sólo aconseja viajar sino también reconocer con otros ojos los lugares donde vivimos. Lugares que al fin de cuentas son mucho más desconocidos de lo que suponemos (y además mucho más baratos).
Ficha Bibliográfica:
Botton(2002), Alain de Botton, “El arte de viajar ”, Taurus, http://www.taurus.santillana.es/, Madrid, 2002, pp.246, Tit.Orig: The Art of Travel.
Este vicio se encuentra también en los estratos más acomodados de los países subdesarrollados cuya burguesía no se siente cómoda si no puede mostrar que en algún momento realizó un viaje transcontinental y visitó varias urbes europeas. Naturalmente el gesto se acompaña con abundantes referencias documentales: fotos que muestran a los felices viajeros al costado de cierto monumento; de esos que aparecen en la televisión o en cualquier documental sobre el lugar.
No me parece en si mismo una actitud viciosa; viajar es bueno para ampliar horizontes y para reconocer que no vivimos en el ombligo del mundo. El problema, por llamarlo de algún modo, aparece cuando lo importante es el viaje, y no el lugar hacía donde el viajero se traslada. Es habitual en las agencias de viaje que aparezcan clientes que preguntan, antes que nada, cuales son las ofertas del momento… mostrando así que lo que importa es huir hacia cualquier lado, mientras no salga muy caro.
El libro de Botton es una inteligente reflexión de cómo un viaje puede enriquecernos, si sabemos acompañar el traslado de una actitud correcta y nos obligamos, además, a algunas sencillas aunque esforzadas operaciones para comprender el lugar visitado.
Sugiere, por ejemplo, prescindir un poco de las Guías tan utilizadas; ya que si bien nos indican los mejores lugares para visitar, también, por el mismo proceso nos impiden encontrar, fuera de esos lugares, estímulos adecuados para enriquecer la percepción. La brújula del viajero es su curiosidad, alimentada por sus lecturas y experiencias previas, y justamente las Guías con sus detalladas explicaciones ponen el carro delante del caballo, sustituyendo el interés personal por la descripción tópica y típica.
Cada capítulo de libro está dividido en dos partes: por un lado el autor narra un viaje personal, por el otro utiliza a un escritor conocido para señalar algunos aspectos importantes de la actitud que debe tener el viajero. Actitud que necesita de su trabajo individualizado, que evite la pasividad habitual del que visita, escucha aburrido la explicación de un guía y saca luego unas fotos para mostrar que también ha estado allí.
Un libro estimulante, ya que no sólo aconseja viajar sino también reconocer con otros ojos los lugares donde vivimos. Lugares que al fin de cuentas son mucho más desconocidos de lo que suponemos (y además mucho más baratos).
Ficha Bibliográfica:
Botton(2002), Alain de Botton, “El arte de viajar ”, Taurus, http://www.taurus.santillana.es/, Madrid, 2002, pp.246, Tit.Orig: The Art of Travel.
1 comentario:
me ha gustado mucho su blog, enhorabuena!!!
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