Ludwig Wittgenstein es mi filósofo predilecto. En realidad, esa afirmación es literalmente falsa; debería escribir: "L.W. es el único filósofo que respeto". Lo anterior puede ser tomada como una muestra de pedantería insensata, y es muy probable que no sea más que eso; pero todo ser humano tiene derecho a expresar sus opiniones, sobre todo cuando implican juicios de valor y no son, ni pretenden ser, descripciones verídicas del mundo en que estamos. Pues bien, partiendo de estos sentimientos claramente expuestos, tengo que confesar que cualquier libro que cuente, de primera mano, algo sobre mi estimado filósofo no me deja indiferente. Y es el caso de ésta obra. Oets Kolk Bouwsma tuvo la ocasión de charlar con W. en la útima etapa de la vida de éste, y se preocupó de tomar algunos apuntes de tales conversaciones. Apuntes que nunca quiso publicar, ya que eran privados. Como suele suceder, luego de su muerte lo fueron y por eso podemos leerlos... y merece hacerse.
El libro lleva un apéndice que explica la peculiar relación de Bouwsma con Wittgenstein, y cómo aquel tomó sus apuntes. Es un buen apéndice y quizá deba ser leído antes que el libro propiamente dicho. Yo no lo hice, respetando el orden del editor, y por ello recomiendo al lector que sí lo haga (la "Introducción a la edición española", con todos mis respetos, es perfectamente prescindible).
Así como me gusta W., me desagrada la casi totalidad de los libros que lo comentan; tengo la sensación que cumplen exactamente aquel dicho que reza: "los idiotas cuando alguien señala a la Luna, suelen mirar el dedo en vez de ésta". Y aunque sea materia de supervivencia económica (o simple beneficio académico) el comentar la obra de un filósofo destacado, en el caso de W. comentar su obra es la manera más directa de traicionarlo. ¿Para qué sirve entonces leer los libros de W? Bouwsma, en una carta a K.Johnson (mencionada en el apéndice) lo aclara: "lo que sí que sé es que no se comprende a Wittgenstein hasta que se es capaz no ya de repetir lo que él dice, sino de trabajar con sus ideas. Esto último requiere largas prácticas" ( pág.161). Y estas dos líneas muestran la pista básica: se trata de leer a W. para empaparse de un método de indagación. Método que puede aplicarse al lenguaje, o a cualquier otra cosa que se deje. Es algo similar, según lo veo, a lo que debería hacerse con el mensaje de los grandes fundadores de las religiones: fijarse en ellos para, desde ese punto de partida, mirar hacia donde miran y tratar de recrear la situación incial sin la cual no habríamos imaginado que existe otra manera de percibir la realidad. Pero repetir sus palabras (o detenerse en anécdotas de sus vidas y milagros), como si se tratase de encantamientos mágicos, no ayuda para nada, y en realidad produce un atontamiento progresivo y radical.
Dicho a través de un ejemplo. Supongamos que somos ciegos de nacimiento y que alguien, con gran voluntad y con recursos expresivos poco comunes, nos explica que son los colores. Quizá no podamos imaginarlos, quizá nos acerquemos algo en esa dirección; pero es evidente que estudiando la vida de nuestro maestro, sus relaciones, la forma en que come o se baña... no nos ayudará en nada con los colores. Pues bien, lo mismo sucede con Wittgenstein, y este librito lo muestra de una manera cristalina.
"Después, mientras caminábamos por las colinas, volvió al asunto de cómo tomamos prestadas cosas, pistas, de los demás. Cuando tenía veintidós años había visto una representación teatral de mediocre calidad, bien mísera; pero un detalle de esta representación le había producido una poderosa impresión. Se trataba de una fruslería: un campesion, un don nadie, decía en ella: "Nada me puede hacer daño". Esa observación le atravesó y ahora la recuerda. Gracias a ella comenzaron en él ciertas cosas. Nunca se puede estar seguro: las cosas más importantes simplemente van y te suceden." ( pág.66)
"En todo caso, lo que Wittgenstein no soporta en la actualidad es enseñar a profesores: los alumnos a los que está bastante seguro de haber hecho algún bien no son hoy filósofos en absoluto. Uno de ellos es médico: el doctor Drury, de Dublín; y varios son matemáticos. (No mencionó a los buenos amigos que tiene dentro de la filosofía). Por consiguiente, hacer filosofía, estudiarla, consiste simplemente en hacer un cursillo para aprender a pensar, a aclarar las confusiones. Y una vez que estas se resuelven, uno está listo para dedicarse a otra labor" ( pág.47).
Un pequeño librito éste, cabe bien en un bolsillo grande de la chaqueta, y se puede leer en el autobús, en el tren, o en una plaza, sentado en un banco, a la sombra, mientras algunos niños juegan a lo lejos (demasiado cerca hacen demasiado ruído); y nada más. Esta la felicidad que está a nuestro alcance, y bienaventurados los que son capaces de gozar de ella.
Ficha Bibliográfica: Bouwsma(1986), Oets Kolk Bouwsma, "Últimas Conversaciones" Ediciones Sígueme, Salamanca 2004, www.sigueme.es, pp.190, Tit.Orig: Wittgenstein: Conversations 1949-1951, Hackett Publishing Co., Inc. 1986
2 comentarios:
Cuando dices que "L.W. es el único filósofo que respeto" creo que vas demasiado lejos. Creo, sí, que es el más grande pensador de todos los tiempos, pero esto solo fue posible porque tuvo precursores y antecedentes que lo hicieron posible, como Kant. Como leí en algún lado, "el pensamiento de Wittgenstein es kantiano de principio a fin". Más aun, es una radicalización de Kant. Además todos los grandes filósofos tienen algunas intuiciones geniales, pero que lamentablemente quedan ahogadas dentro las trampas en que cayeron, trampas generadas por el lenguaje, que W. denuncia de manera genial. Estas intuiciones aparecen en Leibniz, Hegel, Schopenhauer, Heidegger, además de Kant obviamente, y muchos otros, y merecen respeto.
Con todo, coincidimos en que Ludwig Wittgenstein es nuestro filósofo predilecto. Y también leo con avidez todo lo que se escribe sobre W., aunque la mayor parte de lo que dicen desilusiona.
Adrian
¡Tienes razón! "el único filósofo que respeto" es demasiado. Máxime cuando no tenga inquina a ninguno. Debería haber puesto... no sé, quizá debería haber omitido directamente la primera parte.
En algún lado escribí que estos comentarios son fotografías de mis pensamientos en el momento en que los escribo; pero que, si tiempo después vuelvo a ellos, seguramente cambiaría cosas e incluso el sentido general de mi valoración.
En el caso de L.W. no ha cambiado en absoluto; sigo inspirándome en él, pero he seguido su consejo al pié de la letra y leo poca filosofía ;-) Una vez aclaradas ciertas cuestiones, mejor aplicarlas.
Coincido contigo en que los comentadores de L.W. desilusionan. Tengo la sensación de que no lo aprecian particularmente, no han llegado a sintonizarse con su búsqueda y sólo se limitan a observar, comentar y criticar sus productos tal como quedaron registrados. Luego de comprar una decena de comentaristas dejé de hacerlo; ni me llegan ni me interesan. Con L.W. es más que suficiente.
Saludos. Brigantinus.
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