lunes, 7 de mayo de 2007

A.Pease. Por qué los hombres no escuchan...

Lo primero que resalta al leer este libro: ... es ameno; dificilmente nos podemos aburrir leyéndolo. Y probablemente ello ocurre porque nos reconocemos en muchas situaciones (también se podría decir que "reconocemos a nuestra pareja, amigas y compañeras de trabajo...").
No se hasta que punto las afirmaciones de los autores tienen legitimidad científica; en algunos casos son verosímiles, en otros parecen algo forzadas, pero lo que si es seguro es que describen situaciones habituales entre hombres y mujeres; y por eso nos hacen sonreír.
Yo creo que las reflexiones contenidas en este texto son positivas; más que nada porque nos ayudan a comprender que existen diferencias entre los sexos, y que esas diferencias son respetables... en tanto obedecen a un diseño que tuvo en su momento una función esencial.
Claro que vivimos en una época donde no sabemos muy bien que es lo que está arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda. Todas las referencias son "liquidas" y están sujetas a modas muy cambiantes. Hay países donde los cambios se han acelerado tanto que ni siquiera se hacen chistes sobre estos cambios (¡que gran veta humorística tendríamos en España con los cónyuges A y B, para reemplazar a los clásicos "marido" y "mujer"). Y no se hacen chistes porque puede ser que nuestro interlocutor se quede muy serio; no sólo porque no le ve la gracia, sino, además, porque hemos dicho algo políticamente incorrecto y estamos adquiriendo rápidamente puntos para que nos sitúe en la categoría de "troglodita" convicto y confeso.
Pues bien, en esta época y en estas circunstancias, afirmar diferencias entre hombre y mujer es algo arriesgado, pero como muy bien escriben los autores: "La igualdad entre hombres y mujeres es un tema político o moral; las diferencias innatas son un tema científico" (pág.19) así que si circunscribimos el campo donde maniobramos, es posible que podamos tener un diálogo sensato que no pretenda más de lo que explícitamente propone.
Comprender nuestras diferencias es también encontrar una fuente de curiosidad y placer en ellas. Hay que tener un poco de humor, y sobre todo partir del supuesto metafísico (en tanto no ha sido probado científicamente , pero, no obstante, es un buen supuesto) que toda diferencia es fuente de riqueza y creatividad, y que aplanar las diferencias puede servir al gobierno para ser mejor administrador, más genera un mundo tremendamente aburrido y poco digno de vivirse . Personalmente considero que muchas cosas de las que me rodean son muy criticables; pero sí me dieran el poder de eliminarlas... no lo usaría, en absoluto ¡Antes de eliminar algo tenemos que conocer a fondo el tejido donde está inserto, y hacerlo sin más es exponernos a males tremendos fácilmente evitables con un poco de prudencia! Reconozco que mucha gente, bien intencionada, se burlaría de una máxima tan conservadora (que paradójicamente incluye conservar lo revolucionario o el "mal gusto"), y me podría apuntar varios ejemplos contundentes de cómo la inacción es mala consejera. Pero cuando uno dobla el ecuador de la vida, ya está curado de espanto, y sabe muy bien que el camino hacia el infierno está empedrado con excelentes intenciones ¡como las de cura entrometido de Romeo y Julieta! y por lo tanto estas críticas resbalan. Es mucho más fácil eliminar que producir, y esa misma facilidad nos debería alertar sobre los peligros de los impulsos "ideológicos" ¿no le parece?
Volviendo a nuestro tema del día, comprender porque las mujeres son tan "patosas" en algunas cosas, y tan "pesadas" en otras; entender como detrás de una conducta aparentemente improductiva se esconde un diseño inteligente de la naturaleza, nos hace mucho más benévolos y dispuestos a dialogar. Lo mismo puede pensar y reaccionar el otro género con el cual compartimos especie. Y así, ambos, tomaditos de la mano, como en las "estampitas" naif, podremos afrontar mejor las incertidumbres de la existencia.
El libro está lleno de reflexiones y sugerencias que nos harían la vida mucho más cómoda si se practicasen: "La primera regla para conversar con un hombre: facilítele las cosas y no le hable de varios temas a la vez" (pág. 101) o esta otra: "para demostrarle su amor por ella, él escaló la montaña más escarpada, buceó en el océano más profundo y cruzó de cabo a rabo el desierto más ancho del mundo. Ella decidió abandonarle porque nunca estaba en casa". (pág.157) Luego de leerlo, si estamos más predispuestos a aceptar nuestras diferencias, aceptando como somos y simultáneamente, valorando como es el otro de "diferente", habremos hecho un pequeño recorrido en términos de tiempo empleado; pero uno muy largo en términos de sabiduría personal. Algo siempre atractivo ¿no?
Ficha Bibliográfica:
Pease(2000), Allan y Barbara Pease, "Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas", Amat Editorial, Barcelona, info.amat@gestion2000.com, pp.295, Tit.Orig: Why men don't listen & Women can't read maps"

1 comentario:

Piligrossa dijo...

Este libro no le gusta a todo el mundo, pero a mí personalmente me pareció muy ameno y divertido. Me lo terminé en muy poco tiempo. Me lo leí en versión original, pero la verdad es que es muy fácil de leer.
Respecto a lo científico que es o deja de ser, no hay pruebas, pero sí tendencias y la mayoría de las premisas resultan bastante creíbles. Aunque solo me sienta reconocida por el 70% de ellas.
Merece la pena.