miércoles, 9 de enero de 2008

J. Meyer. Rusia y sus imperios (1894-2005)

Jean Meyer es un historiador francés, (Niza, 1942) que reside en México, edita una revista de historia y es miembro de la Academia Mexicana de su disciplina. Su biografía se puede rastrear por Internet donde incluso se pueden leer muchos de los artículos que escribió tanto sobre México como sobre Rusia, de la que es un gran especialista (ver). Mi primer contacto con este autor es este libro que hoy menciono. Libro que me parece excepcional tanto por su contenido como por la amenidad de su lectura. Para quién le interese la historia contemporánea, en particular el siglo XX, y más específicamente la revolución rusa de 1917, la época de Stalin y sus sucesores y la situación actual de este gran y complejo país, este libro no puede faltar en su biblioteca.

Como se da el caso que el tema mencionado lo he trabajado durante años, de manera intermitente eso sí, el libro me ha servido para repasar la historia y también para reencontrar un punto de vista nuevo sobre cuestiones que me parecían terminadas hasta que este inteligente autor me trae nuevos datos y enriquece bastante mi opinión anterior. Por ejemplo, la importante contribución del gobierno alemán a la financiación de los bolcheviques antes del golpe de estado de octubre de 1917. Que no son cosas desconocidas pero que resultan más atractivas cuando empezamos a tener una idea de la cuantía de este aporte: “Los documentos encontrados en 1945 en los archivos alemanes confirman que Alemania ayudó a Lénin a regresar a Rusia y que su dinero permitió al Partido Bolchevique publicar, en abril de 1917, 17 diarios con una tirada de 320.000 ejemplares.” (pág.102).

Toda la época de la formación de la ex URSS está estudiada con sagacidad con detalles que incluso interesarán al estudioso. Stalin, Trotski, Jrushov, Breznev son mostrados como parte activa de la historia a la vez que imprimen en ella sus características personales. Sobre el período Breznev, el autor descubre muestra datos muy significativos que indican la prematura decadencia de la URSS cuando paradójicamente parecía en la cúspide de su poder mundial: “El ritmo de las inversiones iba bajando desde 1970, lo cual amenazaba el crecimiento futuro. Hasta 1985, la tasa anual de crecimiento no dejó de caer, pero los historiadores de la economía calculan que el año de 1976 fue la culminación, el momento en el que ocurrió la fractura en el corazón industrial de la economía soviética. Entre 1970 y 1985, la tasa de crecimiento industrial pasó del 8,4 al 3,5 por ciento anual; en la agricultura bajó del 4,3 al 1,4 por ciento; las inversiones, del 7,5 al 1,8 por ciento y la productividad del 6,3 al 2,9 por ciento. Este descenso generalizado corrió en forma paralela a la evolución demográfica: a partir de 1974 la URSS dejó de publicar las cifras sobre mortalidad infantil y esperanza de vida.” (pág. 416).

Este declive, invisible en su momento para las potencias extranjeras, se fue acentuando sin provocar ninguna clase de crisis política. La URSS era un sistema monolítico que había erradicado con gran eficacia toda clase de oposición o fiscalización del sistema. Por lo tanto todos los mecanismos de alerta estaban desconectados. La muerte de Breznev (que ya llevaba años vegetando sin enterarse de nada, pero que era mantenido como mascaron de proa) desencadenó un proceso de sustituciones harto conocidas que terminaron en poco tiempo con el ascenso de Gorbachov. Éste si sabía, al igual que una reducida elite gobernante, el estado aproximado de su país, pero al ser un comunista convencido intentó reinventar el sistema desde dentro. Y de ahí, como escribe Meyer, se dio “la huída imperial hacia delante” (pág. 417), hasta terminar con el ocaso final que algunos autores literarios e investigadores políticos si habían anticipado (Solzhenitsyn, Leonid Vladimirov (1968) I.F.Stone (1972) Daniel P. Moynihan (1984), R. Pipes (1984), M. Malia (1989) ver en el texto la lista. Pág. 454) pero que no fueron creídos en su momento, por lo que el fin de la URSS produjo un shock total en todo el ambiente académico, político y de los servicios secretos en el momento que sucedió: “Cuando Gorbachov y su grupo intentaron salvar al enfermo de muerte, descubrieron que el régimen descansaba sobre la nada, que la sociedad estaba totalmente desestructurada y vivía en estado de anomia. Ahí está la causa fundamental de su fracaso: ¿cuántos se movilizaron en agosto de 1991 a fin de parar la intentona golpista de los últimos comunistas? Una decena de miles en Moscú y Piter… Nada que ver con las movilizaciones masivas, de cientos de miles, de millones, en 1905 y marzo de 1917. El régimen cayó solo, no fue derribado por un inmenso movimiento popular contra la tiranía.” (pág. 457)

La edición original de este libro es mexicana y hace diez años que se publicó. Ahora tenemos una nueva edición española con el agregado de una última sección que abarca los años 1991 hasta el 2005. Es decir los años de Yeltsin y Putin. Este agregado completa al libro, pero no se crea que es un simple añadido para actualizarlo. Desde la página 469 hasta la 579 tenemos un fascinante estudio de la Rusia actual que, al igual que los capítulos anteriores, puede contribuir a deshacer algunas ideas erróneas sobre el estado actual del pueblo ruso y que son fruto inevitable de la perspectiva unilateral sostenida por los medios de comunicación que están a nuestro alcance. No resisto la tentación de transcribir la “Advertencia” con que el autor inicia este último tramo de su historia: “Para los años 1991-2005, además de toda la literatura académica, utilizo mis cuadernos de bitácora, en los cuales apunté, cada día, lo que pasaba en Rusia y en todas las repúblicas de la antigua Unión; empleo también la lectura obsesiva de la prensa rusa e internacional, y, más recientemente, el seguimiento de los sitios rusos en Internet, que son mucho más independientes que la prensa (con unas pocas, valientes y muy estimables excepciones), Ahora, cuando escribo, catorce años después de la desintegración de la URSS, entiendo un poco mejor la historia soviética que cuando escribía en 1996, antes y después de la reelección de Yeltsin. La entiendo mejor porque sólo cuando ha terminado un capítulo de la historia podemos captar su sentido, o mejor dicho, una buena parte de su sentido, pero no todo, no enseguida…” (pág. 469)

Como se ve se puede estar informado, pero se necesita de una base cultural e histórica y del dominio del idioma propio del país para poder acceder a los recursos adecuados. Algo que ni el ciudadano común ni el periodista o el político occidental consideran relevante. Además está el necesario distanciamiento temporal para juzgar con acierto. Se necesita algún tiempo para evaluar lo que ha pasado, ya que en el momento que sucede todas las probabilidades están abiertas, en estado fluido por decirlo así. En el devenir del tiempo unas se cierran, otras se bloquean y algunas se desarrollan con consecuencias inesperadas. Así sucede con cada nuevo hecho y por supuesto con cada acto colectivo que forma aquello que solemos llamar “Historia”.

Termino resumiendo que ha sido un verdadero placer leer a este autor y que, al observar sus otros libros editados en nuestra lengua, pienso reencontrármelo aunque ello implique tratar con temas que hasta ahora no me han atraído. Gente así es capaz de convertir algo árido y lejano en un tema atractivo pleno de nuevos intereses atrayentes.

Ficha Bibliográfica:

Meyer(2007), Jean Meyer, “Rusia y sus imperios (1894-2005). Tusquets Editores. Colección Tiempo de Memoria, www.tusqueteditores.com, pág. 597

5 comentarios:

jaimemarlow dijo...

Un día de estos te voy a demandar, me estás conduciendo a la ruina: no tenía previsto comprarme ningún libro después de la orgía consumista navideña, pero ayer ví este, y no pude resistir el comprármelo después de tu elogioso post.

Comentabas en un post anterior que habías leído "La Revolución Rusa, 1891-1924", de Orlando Figues, que he estado ojeando en la biblioteca, y me ha parecido interesante ¿podrías comentarlo un poco?

Anónimo dijo...

Te aseguro estimado amigo que leyendo (y comprando libros) uno no se arruina. Para eso se necesitan actividades de más envergadura ;-) además poco a poco se va aprendiendo a seleccionar (importante al hojear un libro leer el índice, y también hojear el prólogo o la introducción, y la bibliografía utilizada) descartando los "refritos", aquellos que son resúmenes de libros y que aportan poco sobre todo si el tema lo conoces (en la novela la cosa se complica bastante. Yo suelo leer la primera página, y si no me atrapa la dejo -a menos que me la haya recomendado alguien fiable-.
De este libro sólo puedo agregar que, ya promediado, dejé de leer otros y me dediqué por entero a él. Esto no me sucede muy a menudo y sólo cuando el libro resultan tan atractivo que no me da ganas de alternarlo.
Obviamente se necesita, como condición indispensable, estar realmente interesado en el tema que narra. Que para mi es el caso tratándose de la historia de la URSS y de Rusia en particular.
Si es así para ti, seguro que no te defraudará.
En cuanto al autor he comprado otro sobre un tema para mi totalmente ignorado... y veo que mantiene mi interés e incluso me descubre cosas muy interesantes de las que no tenía la menor noticia.
En cuanto al libro de Figes que mencionas "La Revolución Rusa, 1891-1924" me lo he leído dos veces, y está esperando una tercera porque contiene material muy valioso. Un día de estos me decido a empezarlo de nuevo y aprovecharé para hacer de él un comentario.

Brigantinus dijo...

Aprovecho la oportunidad para alertar que es posible dejar comentarios que contradigan mi opinión en todo o en parte. Y que todos son bien recibidos. Como así también aquellos que se sienten desilusionados porque recomendé un libro que luego no respondió a sus expectativas.
En este último caso lamento que así fuese pero aprovecho para refirmar que no pretendo sentar cátedra, que me siento "de infantería", es decir simplemente "un lector más" y que las cosas que me gustan o disgustan pueden o no coincidir con el que lee estas entradas. No hay nada más diverso que los gustos humanos y por eso somos humanos (los animales con mayor capacidad de variación que pueden imitar perfectamente a una serpiente venenosa o a un ángel del paraíso).
Brigantinus.

Anónimo dijo...

Interesante reseña.

He caído por aquí, porque ayer buscaba en la Fnac un libro sobre la historia rusa... y elegí éste.

LLevo un par de meses viviendo en Rusia, y necesito algo que me ayude a comprender que es lo que está ocurriendo allí. Es una situación llena de contrastes y matices. Una sociedad extraña pero interesante.

Espero que este libro me ayude a vivir la experiencia rusa con algo más de coherencia.

Saludos.
Nestor

Paco Piniella dijo...

empiezo a leer este libro...