Hace varios días que no publico ningún comentario de libros… y no es por leer poco, sino por todo lo contrario: no me queda tiempo para ello. Por lo tanto hago aquí una somera reseña de mis lecturas en estos momentos:
Vasili Grossman. Vida y Destino. Excelente libro que no terminé hace tiempo por lo que ahora me he decidido a leerlo por completo, y claro, en estos casos nada mejor que empezar por el principio, de nuevo.
Robert Katz. La batalla de Roma. Otro libro que me dejó muy buen recuerdo y que decidí releerlo para recordar y analizar mejor algunas descripciones y comentarios. En realidad, y para ser exacto, “releer” es leer; aunque sea algo leído nuestro cerebro establece nuevas conexiones y repara en cuestiones que en una primera lectura habían pasado como “aspectos secundarios”. El libro de R.Katz tiene relación con el ya comentado de Atkinson, y por eso pensé que había que actualizarlo.
Seweryn Bialer. Los generales de Stalin. Éste es un libro antiguo, de 1972 (Luís de Caralt) que ya tenía en edición antigua. Ahora al volverlo editar Altaya aprovecho. Siempre me sorprendió la brutal escabechina que hizo Stalin con el Ejército Rojo; a tal punto que ni siquiera los zaristas más anticomunistas habrían tenido mayor eficacia. Saber un poco de ellos permite hacerse una composición de lugar mejor. No es lo mismo conocer un nombre y una fecha que identificar al hombre que está detrás, con su experiencia, sus ideales y sus amistades.
Otto Preston Chaney. Zhukov. De la misma editorial una reedición de 1975, y cómo no había leído nada específico del famoso general soviético, aprovecho la ocasión.
Xavier Moreno Juliá.
Helmut Heiber. Hitler y sus generales. La relectura de “Los generales de Stalin” me hizo recordar este libro que había visto en los escaparates hace un tiempo y que decidí no comprar porque estaba en otra cosa. Ahora le llegó el momento; así que me dispongo a empezarlo.
Jorge Fernández-Coppel. Queipo de Llano. Como ando por
Anatoli Ribakov. Los hijos del Arbat. Este libro no se publicó en 1966 en
Alicia Jiménez Bartlett. Un barco cargado de arroz. Otro libro que he sacado de la citada red de bibliotecas es éste, de de la autora española albaceteña que reside en Barcelona desde 1975. Ya leí varios de ella, y al verlo en un estante me dejé llevar (como dijo Oscar Wilde, puedo resistir cualquier cosa, menos la tentación). Poder leer lo que a uno le apetece sin gastar un duro debe ser equivalente a, para un niño, entrar en una juguetería y que el padre le diga: “¡Anda! Elije lo que quieras”. Así que yo también participo de las aventuras de la inspectora Petra Delicado. En mi opinión los libros policíacos de
W.Wette. "La Wehrmacht". Y para terminar este libro que voy leyendo lentamente ya que contiene una serie de documentos y reflexiones que me vienen muy bien leer "en paralelo" a otros de esta época aciaga del siglo XX. La impresión que transmite, y que ya puedo adelantar es simple y contundente: no fue el mal producido por un sólo hombre, ni el odio tiene sus raíces en el nazismo... sinó mucho más atrás. El olvidarlo, el cargar las culpas sobre unos pocos es también una manera de esquivar la responsabilidad de muchos. Y no se trata sólo de acusar mirando hacia atrás, sino de tener en cuenta lo que sucede y sucederá si la gente de "a pié" no se mantiene alerta y vigilante sobre lo que se dice y las descalificaciones que se prodigan, para que el político sea un poco más popular, contra etnias, tribus o grupos de personas indiscriminadamente.
Y con todos estos libros “en proceso” se da la paradoja que apenas puedo comentar alguno. A veces uno tiene que elegir entre escribir y leer; y en mi caso cuando llego a esa disyuntiva, mi opción es siempre la misma. Escribo para recordar y porque así, en el dialogo virtual, me siento más inclinado al análisis y no sólo a sentir o imaginar; pero toda disciplina tiene un límite. En mi caso esa frontera la marca la cantidad de tentaciones que bailan delante de mi nariz.
1 comentario:
¡¡¡Este blog es buenísimo!!! Felicitaciones desde Argentina,
Rosendo
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