
Me leí en 10 días el segundo libro de Atkinson (el primero, “Un ejército al amanecer”, Crítica, lo empezaré un día de estos), ya que trataba de una campaña que me interesa particularmente: la guerra de Sicilia y la conquista de Roma por parte de los aliados en el período 1943-1945. Una guerra siniestra que mató a muchísimos civiles y que arrasó poblaciones enteras, aparte de un sinfín de crueldades, por parte de ambos bandos, sin castigo y sin ser consideradas dignas de mención en las crónicas bélicas. Un guerra en cierto sentido anacrónica, propia de la 1ª Guerra Mundial e incluso más antes, del siglo XIX, y que Atkinson ha sabido reflejar con gran maestría permitiéndonos vivir la lucha a diferentes niveles, desde los altos mandos al soldado raso, cosa que obviamente nadie de los participantes podría tener esta visión en su momento..
Sobre esta contienda ya he comentado, en este blog, otro libro que complementa al que hoy cito. Me refiero a:
http://librosylecturas.blogspot.com/2007/04/m-parker-la-batalla-de-monte-cassino.html
También estoy releyendo otro mucho más pequeño: “La Batalla de Roma. Los nazis, los aliados, los partisanos y el Papa” de Robert Katz, y que creo que, una vez que lo termine me tomaré el trabajo de comentarlo aquí también. El esfuerzo de un comentario es personal e intrasferible, pero el beneficio de hacerlo también repercute en el que lo intenta ya que a la postre recordará mejor lo que ha leído.
¿Quién es Rick Atkinson? Es un periodista e historiador que por más de veinte años editó el The Washington Post (esto sólo ya es un buen antecedente), además ha recibido premios Pulitzer por su labor histórica, y está escribiendo una trilogía sobre la segunda guerra mundial faltándole otro para terminarla. Un autor reconocido por los especialistas y aficionados ( ver, por ejemplo los foros: http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?p=65104 tambien http://www.hislibris.com/foro-new/viewtopic.php?p=49595&sid=1a3b1ac8c7d947249450733222dd85c5 )
y que, hasta ahora, yo no había tenido oportunidad de saborear su estilo (un ejemplo: “Caserta era un “mundo en el espejo”, escribió un oficial “No se siente odio con el estómago lleno y un baño caliente”. Para mantener la apariencia de una vida militar, algunos comandantes insistían en que sus tropas de guarnición al menos acamparan en el exterior. Pronto se extendieron en los jardines palaciegos vivaques que, a lo largo de tres kilómetros, manifestaban sus propias cualidades de País de las Maravillas, con cabañas paras las duchas, pistas para jugar a softball, mesas de backgammon y canchas de voleibol. La Guardia de Granaderos practicaba arrastrando sus lanchas de asalto entre los rosales antes de remar furiosamente en los estanques decorativos, que los soldados hambrientos se apresuraron a despojar de sus peces. El hidroavión de Clark aterrizaba entre los campos de azucenas sobre una piscina reflectante de cuatrocientos metros de largo.” (pág. 577), ni con su espíritu crítico (“Para Estados Unidos los primeros dieciocho meses de guerra se habían caracterizado por la inexperiencia, la insuficiencia y, con demasiada frecuencia, la ineptitud. Se necesitaba un largo proceso de maduración, todavía inacabado, y la superación de unos cuantos problemas: pasar de la debilidad a la fuerza, de la ineficacia a la eficacia y, como siempre, de la desgracia a la buena suerte. Esta superación de las limitaciones y esa maduración seguían progresando en las unidades de combate y entre sus mandos. El veterano corresponsal de guerra del New Cork Times Hanson Baldwin, tras un largo viaje por la zona de combate, llegaba a la conclusión en la portada del número de aquel martes de que “el mayor problema de los norteamericanos es el liderazgo: hasta ahora el ejército no ha producido ni una fracción de los oficiales adecuados y los líderes que necesita”. En cuanto al soldado medio, Baldwin añadía que “no es mentalmente duro ni posee la determinación suficiente. Una parte de su corazón está en lo que hace, pero sólo una parte”” (pág. 24)). Es una obra que toca diversas cuestiones, y por lo tanto necesita tantas relecturas como el lector determine para empaparse del material estudiado.
La invasión de Sicilia no interesaba a EEUU, que combatiendo en dos frentes prefería ir directo a la yugular alemana atacando por Francia; en cambio era grata a Churchill que pensaba, antes que nada, en términos del “imperio británico” y en mantener abiertas las líneas de su defensa, cosa que pasaba por ocupar el Mediterráneo y no dejar opciones a los alemanes en esta área. Esto por supuesto no era algo que estremeciera de placer a los militares yanquis que veian con bastante rechazo la pretensión británica. Churchill conocía que el Alto Estado Mayor norteamericano no estaba por la labor, pero confiaba en conquistar a Roosvelt para su visión peculiar de la guerra. Por otro lado Roosvelt, siempre opaco como destaca Atkinson, coincídia con Churchill en atacar Sicilia, pero por razones diferentes. De esa manera se conformaba a su amigo Stalin abriendo ese segundo frente que tanto lo desesperaba al sentirse como el único que estaba combatiendo y desgastándose de verdad con los germanos. El saltar de Sicilia a Italia era, en esos momentos, algo muy dudoso y cuyos beneficios resultaban aún más oscuros. ¡A santo de qué había que meterse en un camino largo y tortuoso para atacar a Hitler sin buscar antes un atajo que acabase la guerra en menos tiempo! En realidad los yankis tenían razón, y si no se hubiese puesto como prioridad el ataque a Normandía, la guerra habría durado, probablemente, mucho más, con mayor pérdida de vidas para todas las partes implicadas. Pero la presión rusa era insoslayable, y dado que la operación Overlord no estaba aún preparada, Sicilia era un frente opcional que satisfacía, a medias, a varios intereses encontrados. Otra cosa era el continente, y la indecisión del Alto Mando aliado sobre las ventajas de atacar a Italia con todo, fue una de las causas del posteriormente empantanamiento de las operaciones; aunque paradójicamente también ayudó a acortar la guerra. Los caminos del Señor son inescrutables.
Luego de la conquista de Sicilia, donde Patton y Montgomery disputaron su persecución tan sonada, la conquista de Italia, por Salerno, llevó a la caída de Mussolini, la defección italiana y a la furiosa y vengativa reacción alemana, que este libro detalla con minuciosidad.
La caída de Nápoles, otra vez me recordó “La Piel”, de Curzio Malaparte (tendré que localizar este libro para volver a releerlo, luego de varias décadas), y el que se interese puede ver leer algo de lo que comento en http://elcajondewatson.blogspot.com/2008/10/rick-atkinson-el-da-de-la-batalla-1.html
Sobre el racismo imperante en el ejército USA estas páginas de Atkinson dan información útil http://elcajondewatson.blogspot.com/2008/10/rick-atkinson-el-da-de-la-batalla-2.html respecto de la participación económica de EEUU en la guerra ver: http://elcajondewatson.blogspot.com/2008/10/rick-atkinson-el-da-de-la-batalla-3.html sobre lo comentado, más arriba, respecto de la dureza de la batalla http://elcajondewatson.blogspot.com/2008/10/rick-atkinson-el-da-de-la-batalla-4.html
Con todos estos elementos el posible lector creo que tendrá un panorama bastante completo sobre la segunda obra de Atkinson y podrá tomar una decisión adecuada. No es un libro barato, como no suelen serlo todos los de Crítica, pero, a cambio, es una edición muy cuidada, con fotos perfectamente nítidas, y un aparato de citas bibliográficas que que va desde la página 890 a 1181 (podrían constituir un libro independiente). Además el índice alfabético permite localizar con rapidez a cualquiera de las principales figuras militares y sus operaciones.
En síntesis, un libro que será de texto en todos los lugares que se dediquen a la historia militar de la Segunda Guerra Mundial.
Nota: Conviene visitar el web oficial de la trilogía http://www.liberationtrilogy.com/ que contiene mapas y mucha información complementaria.
Ficha Bibliográfica:
Atkinson (2007). Rick Atkinson. “El día de la batalla. La Guerra en Sicilia y en Italia, 1943-1944. Editorial Crítica, Colec. Memoria Crítica, Barcelona, 2008, pp. 1222. Traducción de Teófilo de Lozoya, Juan Rabasseda y Efrén del Valle, con la colaboración de Rosa Salleras, Juan Trujillo y Alejandra Chaparro. Tit.Orig: The Day of Battle. The War in Sicily and Italy, 1943-1944. Henry Holt and Company, LLC, New York