Como texto para conocer que se cocina en la psicología y la neurología es válido, y merece recomendarse. También para abrir nuevos caminos a quienes hasta hoy poco se interesaron por estas cuestiones. En cambio si se desea un libro que vaya más allá, que profundice en las cuestiones tratadas, este libro le parecerá algo superficial.
Quizá, me pregunto, la posibilidad de error (para el posible lector) provenga de su título. No es que sea erróneo, sino que hay viajes y viajes, de largo recorrido y de cercanías. Si, por ejemplo, se hubiera titulado al modo antiguo: "Algunas cuestiones que todo el mundo debería conocer, más ciertas experiencias del autor relacionadas con ellas" no habría motivo de despiste. Pero por desgracia estos títulos, son propios de otros siglos, dónde se entendía que la manera de nombrar un libro era, también, la manera precisa de indicar su contenido. Ahora, paradójicamente, somos más románticos y nos dejamos llevar por la música de las palabras.
Entre los temas tratados se encuentra el de la memoria (que a todos nos preocupa) y cómo la nuestra es buena para lo esencial, pero muy ineficaz para los detalles. También que nuestras decisiones no son tan conscientes y deliberadas como considera el común de la gente y que el dormir es muy importante para el estudiante en tanto, y al igual que "la mosca del vinagre", necesita ordenar y consolidar lo recientemente aprendido.
Una afirmación que me sorprendió y que a los pocos segundos me sorprendió que me sorprendiera (es decir que desconocía mi reacción) me sucedió cuando cuando leí que la libertad nos trae la infelicidad. Y me sorprendió que me pareciera novedosa porque, si lo pensamos un ratito, es evidente que la libertad puede traer muchas cosas buenas, más siempre con dudas e incertidumbres (al contrario de los que creen a pie juntillas) y esto no hace feliz a nadie.
También es de conocer y de recordar lo que cuenta sobre cómo tratar a los niños, y cómo éstos necesitan más de la recompensa que del castigo; al contrario de los adolescentes en que, según Punset, les viene mejor la disciplina que los premios.
No sabemos, dice el autor, porque esto sucede así, pero podría ser porque para un infante o incluso un bebé, es mejor repetir una conducta (la premiada) que reconocer, un proceso mental más sofisticado, que está equivocada (la castigada). La hipótesis me parece plausible y ésto sí que me tomó de sorpresa porque, hasta la lectura de este libro, no se me había ocurrido.
Otra cuestión que me pareció muy atractiva es la progresiva convergencia que él adivina entre psicoanálisis y neurociencia, en tanto ya está probada la plasticidad de nuestro cerebro humano y que por lo tanto experiencias infantiles pueden determinar una modificación radical de su estructura. Y siempre dentro de esta perspectiva también hay que considerar su sugerencia sobre que en la primera infancia la enseñanza sobre la gestión de las emociones (cómo aguantar nuestras frustraciones y fuertes deseos) debe anteceder al aprendizaje sobre los valores. Algo que, lamentablemente, ni en la familia ni en la escuela es cosa sabida.
Hay otros temas, varios más, que son importantes y que no puedo señalar a riesgo de extenderme más de lo que mi pereza natural me permite (cómo el por qué tardan tanto los avances científicos en llegar a los hospitales), pero seguro que el probable lector también desea hacer sus propios descubrimientos. ¡Así que lo dejó con Punset!
Eduardo Punset. "El viaje al poder de la mente". Ediciones Destino. www.edestino.es Barcelona, marzo de 2010. pp.364
Nota: para leer más sobre el libro ver
No hay comentarios:
Publicar un comentario